miércoles, 8 de mayo de 2024

TORROTITO Y UN AMIGO

 


Una cuestión previa: el torrotito, también llamada bandera de proa, tajamar o de bauprés, es una bandera que se iza en la proa de los buques de guerra en ocasiones solemnes. Cada cuadrante representa a uno de los reinos que dieron lugar a la Corona de España: Castilla, León, Aragón (que no Cataluña, que nunca fue un reino) y Navarra (representada por las cadenas, por la batalla de Navas de Tolosa).

Yo tengo uno, el que me regaló mi amigo Jacinto, al que la familia y los amigos conocemos como Cachi. Jacinto tiene el empleo (que así se conoce en el mundo militar su graduación) de Sargento Primero Señalero de la Armada. Yo lo conocí en el Museo Naval de Ferrol como guía, el mejor que he conocido. Está en situación de reserva activa, pero tiene a sus espaldas una gran y extensa carrera naval. Décadas de servicio activo. 

Hijo de marino, se alistó con 16 años en 1976. Ha estado destinado en destrucctores, fragatas, patrulleros y un remolcador, entre ellos la fragata Asturias y el remolcador Mahón (cuyo torrotito he tenido el honor que me regale). A él se lo había regalado el Capitán de Corbeta comandante de dicho remolcador.

Visitó todas las costas del mundo, excepto la rusa. Prestó servicio a bordo de un navío en las costas saharauis. Estuvo en las costas norteamericanas navegando con el entonces Príncipe Felipe, ahora rey Felipe VI. Mi amigo es también buceador de combate. Pasó a la reserva en 1995. Estuvo en varios destinos administrativos hasta que en el 2018 recaló en el Museo Naval de Ferrol. Este sargento primero se jubilará como Alférez de Navío.

De mirada sencilla y amable, no parece que se haya enfrentado a la muerte varias veces. Como buceador, por los peligros de trabajar en las profundidades y sufrir descompresión al subir. También durante el huracán Hortensia cuando tuvo que salir, pensando en que no iba a volver, a rescatar a unos náufragos enfrentándose a olas de impresionante altura. A este militar, al revés de lo que le pasa a otros, el valor no se le supone, lo ha demostrado. Es marino y no estaba dispuesto a desobedecer una orden aunque le pudiera costar la vida.

Como todo buen marino, tuvo un destino al que volver: su mujer y sus hijos, encantadores. Ellos también tienen mérito puesto que no es fácil ser familia de un marino embarcado.

Asisto con interés a todas sus visitas guiadas, en las que participa bastante gente. Teníais que ver con que atención y con que silencio atienden los visitantes sus explicaciones. Esto se debe a que no solo tiene grandes conocimientos sobre la Armada, Ferrol y las piezas expuestas en el Museo, sino que además explica todo de forma muy amena. Contagia su entusiasmo en las visitas y se nota que le apasiona lo que cuenta. Jamás he oído una pregunta del público que él no supiera responder. Oyendo sus disertaciones, me explico por qué el Almirante Jefe del Arsenal de Ferrol ha pedido que fuese él el que enseñe este Museo.

En fin, el torrotito de la imagen es, para mi, sagrado y será un gran recuerdo, no solo por haber sido usado por la Armada española sino por haber sido un regalo de un gran amigo. Cuando llegue al lugar que elija como residencia, lo enmarcaré como le prometí. Y al verlo, cada vez, me acordaré de este gran español, marino y amigo que será uno de los mejores recuerdos que me lleve de Ferrol. Seguro que en mis labios se dibujará una sonrisa de nostalgia y satisfacción por haber conocido a Jacinto, Sargento Primero Huete.

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