Jorge Juan y Santacilia nació en Monforte del Cid (Alicante) el 5 de enero de 1713. Fue un legendario marino y gran científico. Nació en una familia de la pequeña nobleza, hijo de Juan y de la italiana Violante. Muerto su padre, fue su tío Cipriano, Caballero de la Orden de Malta, el que asumió su educación y se lo llevó con él para que estudiara en Zaragoza. Jorge Juan entró por su tío en la orden militar de este. En 1725 es admitido como paje del Gran Maestre de dicha Orden y enviado a Malta, donde pasó las pruebas de pureza de sangre. Allí completó las cuatro campañas en las galeras de la Orden y obtuvo el título de Caballero de Justicia.
En 1729 volvió a España e ingresó en la Real Compañía de Guardias Marinas, creada en 1717 en Cádiz. A principios de 1730 se embarcó en la primera salida de navíos en el Mediterráneo. Ese año el Gran Maestre de la Orden le concedió la Encomienda de Aliaga, de la que no pudo tomar posesión hasta 1746. En esa época alternó las operaciones navales con los estudios en la Academia de Guardias Marinas. Fue distinguido por sus conocimientos y nombrado sub-brigadier de la Compañía.
En estos años se distinguió contra la piratería berberisca y participó en diferentes expediciones. En 1731 escoltó a Carlos III en su viaje a Liorna, en la cual consiguió apagar un incendio en su barco. Durante cincuenta días patrulló con 50 hombres afectados de tifus en su navío. Jorge Juan, también afectado, embarcó en Málaga y regresó a Cádiz, donde retomó sus estudios.
Con 21 años, junto con Antonio de Ulloa, emprendió una expedición de científicos hacia el Perú para medir el grado de un arco de la línea del Ecuador. Así reafirmaron la hipótesis de Newton de que la Tierra no era una esfera perfecta sino achatada en los polos. En 1733 la Academia de Ciencias de París pidió permiso al rey de España para que Jorge Juan participara en una comisión científica dirigida por Louis Godin. Estos midieron con exactitud el meridiano terrestre del Perú. Los guardias marinas españoles realizaron sus propios cálculos. En 1737 Celsius corroboró las teorías de Jorge Juan.
La expedición española a Sudamérica fue muy larga y laboriosa, haciendo célebres a los marinos españoles y constituyendo la mejor expedición de la primera mitad del siglo XVIII. Las tareas de medición duraron desde 1735 hasta 1744, interrumpidas solo por la preparación de las defensas españolas en el Pacífico frente a los ataques de Vernon. Después los españoles embarcaron por separado en navíos franceses hacia España, cruzando el cabo de Hornos. Jorge Juan, con más suerte que su compañero, llegó al puerto de Brest. De ahí marchó a París, donde fue nombrado miembro de la Academia Real de Ciencias. Luego marchó a Madrid al año siguiente, siendo en el transcurso de esta expedición cuando fue hecho prisionero y trasladado a Londres, donde, por su condición de científico, le devolvieron los papeles y sus estudios y lo nombraron miembro de la Royal Society.
De vuelta a Madrid se reunió con Ulloa, con quien redactó los resultados del viaje. En 1758 publicaron el volumen De las observaciones astronómicas y pfísicas en los Reinos del Perú. También publicó La relación histórica del viaje a la América Meridional, cuatro tomos escritos por Ulloa sobre historia, geografía, etnografía y muchas otras cuestiones del virreinato.
El periplo americano marcó el resto de la trayectoria del marino al ponerlo en contacto con el marqués de la Ensenada, cuyo vasto plan de reformas y fomento naval llevó a cabo en relación con la modernización de la Armada y de los arsenales, entre ellos Ferrol.
Jorge Juan fue enviado a Londres en 1748 por deseo del ministro Ensenada para una tarea de espionaje industrial.
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