jueves, 30 de junio de 2022
LA CASA DE LOS GAIBOR Y LA LEYENDA QUE LLEGÓ A OIDOS DE LA INQUISICIÓN
La principal familia de judeoconversos fue perseguida por el Santo Oficio en el siglo XVI.
La primera noticia documentada sobre la lápida del "judío monfortino Gaibor" data de finales del siglo XIX. Se la debemos a La Voz de Galicia, que en junio de 1892 publica un trabajo firmado de Benito F. Alonso en el que sale a relucir su existencia. Posteriormente, en 1904, el mismo autor indica que la lápida corresponde "al judío Juan de Gaibor y su hijo Jorge, jefes de la tribu de Monforte. Cuando el señor Pérez Guitián nor remitió copia de dicha lápida, se hallaba esta formando parte del interior del muro de una casa en la ciudad de Monforte".
También sobre la capilla, hasta esa fecha desconocida, que los judeoconversos monfortinos Gaibor levantaran en el extinto convento franciscano monfortino de San Antonio, en el siglo XVI, época dorada de la Inquisición Hispana
Son varios los equívocos al tratar sobre ella, debido a que a la inscripción le falta una parte, lo que motivó la errónea creencia de que dicha pieza avalaba la fundación de una casa en Monforte por parte del linaje de los Gaibor, judíos de Lemos. La pieza sepulcral y su inscripción hacen alusión a la fundación de una capilla en la iglesia conventual de San Antonio, y no a la fundación de una casa en Monforte en las primeras décadas del siglo XVI.
Sabemos de la existencia de esta capilla de los Gaibor, en la hoy desaparecida iglesia conventual de los padres franciscanos, e incluso el lugar donde se encontraba en el interior de la mencionada iglesia. Ello fue posible gracias al hallazgo de diversos documentos, entre los que destaca el testamento de Pedro dos Campos, un mercader monfortino de relevante envergadura en sus negocios, que se extendían más allá de suelo gallego.
Pedro dos Campos, cristiano nuevo, manda en el año 1596 ser enterrado en la iglesia del convento de San Antonio. Dice parte del documento que localizamos: "Mando que se ponga un altar sobre mi sepultura que está sobre la pila del agua bendita que está en un pilar de la capilla de los Gaibor, debajo del Coro, y allí se ponga una imagen de Nuestra Señora de la Soledad o de la Angustia de bulto todo ello a mi costa".
Juan de Gaibor fue el tronco de la familia judeoconversa monfortino de ese apellido. Varios documentos de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI indican que era Mayordomo del segundo conde de Lemos hereditario y perpetuo. En cuanto a su hijo Jorge de Gaibor, fue un destacadísimo mercader de la villa monfortina, además de regidor de la misma.
El hecho de que fueran llamados al concejo de la villa monfortina, como indica la inscripción de la lápida sepulcral, denota que tenían en la sociedad local de aquellos años un gran reconocimiento y poder´insólitos en la Galicia de esa Época. Esta posición derivaba de su buena situación económica y de su compentencia personal en los asuntos relacionados con la administración. Pese a todo ello, Jorge de Gaibor y varios de sus descendientes judeoconversos monfortinos fueron perseguidos y juzgados por los inquisidores.
Fue una persecución que se prolongó en el tiempo, desde el siglo XVI hasta el XVII, y que afectó a varias generaciones de la destacada familia monfortina. Para Juan y Jorge de Gaibor, el fundar una capilla en el convento levantado por los condes de Lemos, y panteón de la familia condal, tenía varios objetivos. Uno de ellos, hacer olvidar su pasado judío y evitar cualquier duda sobre su conversión.
"La lápida de la familia Gaibor, se encuentra expuesta actualmente en el museo arqueológico de Ourense".
Sus esfuerzos no sirvieron para evitar que se les abriesen expedientes en el Santo Oficio de Santiago y Valladolid. Jorge de Gaibor es denunciado en el año 1539 por azortar de noche en su casa un crucifijo. Se examinaron acerca de esta denuncia doce testimonios de otros tantos testigos. Uno de ellos, que era su criado, afirma que "dejándole solo en una de las dependencias de su casa, cerrándose en ella, volvió para hablarle, y escuchando, le pareció que daba golpes a un crucifijo que tenía allí".
A Jorge de Gaibor se le instó ese año a que se presentase en la Inquisición de Valladolid. Tuvo que regresar a Monforte antes de finalizar el vieja y sin poder presentarse ante los inquisidores. Murió a los pocos días en la casa familiar que aún se conserva en el conjunto monumental de San Vicente.
Los monjes benedictinos defendían al judeoconverso monfortino Jorge de Gaibor y a los suyos. Su propósito era aumente la devoción hacia las piezas guardadas en ese momento en el desaparecido monasterio franciscano del campo de San Antonio. Hasta el mismo momento de la desaparición del templo a comienzos del siglo XIX, con motivo de la entrada sangrienta de las tropas francesas de Napoleón en Monforte, estas piezas fueron consideradas milagrosas.
Una vez que el convento franciscano monfortino de San Antonio queda forzosamente abandonado, la capilla de los Gaibor es destruida y saqueada como el resto de bienes del centro religioso durante las primeras décadas del siglo XIX. La lápida sepulcral pasó de la iglesia conventual hasta un inmueble blasonado que se encontraba hasta la década de los sesenta del siglo pasado en la actual calle Inés de Castro.
El lugar por aquel entonces era un callejón sin salida, el denominado callejón de Castro, por encontrarse en la zona la casa blasonada propiedad de Manuel Rodríguez Castro, casado con Francisca Pérez Feijoo y Baamonde. Uno de sus descendientes concibió y materializó la idea de donar la lápida sepulcral de los Gaibor al museo arqueológico provincial de Ourense. La lápida estaba formando el dintel de una puerta en dicha casa.
Lápida sepulcral de la familia Gaibor.
martes, 28 de junio de 2022
PEDRO FERNÁNDEZ DE CASTRO, V CONDE DE LEMOS
Conde de lemos (V). La Coruña, 29.VI.1524 - Madrid, 21.VIII.1590. Noble, conde, gobernador.
Hijo de Fernando Ruiz de Castro, IV conde de Lemos, y de la condesa Teresa de Andrade, Zúñiga y Ulloa, su mujer, hija a su vez de Fernando de Andrade, II conde de Villalba, y de su primera mujer, Francias de Zúñiga y Ulloa, condesa de Monterrey.
El nombre y patronímico del personaje, llevados por algunos de sus antepasados, según la costumbre seguida en la casa de Lemos, se asoció frecuentemente también al sobrenombre el de la Guerra, como recuerdo de su antecesor y homónimo de la primera mitad del XIV; así, por ejemplo, en la ceremonia de investidura o toma de hábito como caballero de Calatrava, celebrada en 1541 en el sacro convento de la Orden.
En 1575, a la muerte de su padre, Pedro Fernández de Castro sucedió en el condado de Lemos, aunque ya desde 1543 se titulaba con el de Andrade, que había recibido de su abuelo materno. Desde entonces, la casa de Andrade con todos sus estado y patrimonios quedó definitivamente incorporada a la de Lemos.
Pedro Fernández de Castro tuvo una destacada intervención en la campaña de Portugal de 1580, a la que concurrió con su hijo y heredero, Fernando Ruiz de Castro, y fue el primero de los gobernadores de la provincia de Entre-Duero y Miño que nombró Felipe II, de cuya confianza gozó hasta sus últmos días. En las pruebas de ingreso en la Orden de Santiago de su nieto Francisco de Castro consta que Felipe II lo visitó repetidamente en sus casas de Madrid, cuando ya estaba gravemente enfermo, y que lo reconcilió con su hijo primogénito. Falleció en Madrid el 21 de agosto de 1590 y sus restos fueron inhumados en la parroquial de Chinchón, desde donde fueron trasladados más tarde al panteón familiar del convento franciscano de San Antonio de Padua, en Monforte de Lemos.
El V conde de Lemos había casado en 1542, cuando todavía contaba dieciocho años, con Leonor de la Cueva y Girón, hija de Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque y conde de Ledesma, y de la duquesa Leonor de Velasco, su mujer. De este matrimonio, que duró apenas diez años, pues ella falleció el 22 de julio de 1552, quedaron cuatro hijos: Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal, que sucedió en la casa de Lemos, Beltrán, Teresa y, finalmente, Isabel, que falleció siendo todavía niña. De un segundo matrimonio, que contrajo con Teresa de la Cueva, hija de Pedro Fernández de Bobadilla y Cabrera, conde de Chinchón, y de Ana de la Cerda, su mujer, el de Lemos dejó otros cinco hijos: Pedro Fernández de Castro, Cabrera y Bobadilla, Rodrigo, Andrés, Diego, Mencía y Teresa, que fallecieron todavía niñas. Hubo además otros dos hijos fuera de matrimonio: Juan, natural, y Antonio, bastardo.
PAZO DE LOS CONDES DE LEMOS
Porque Lemos, mucho antes de dar nombre a esta comarca lucense fue el apellido de los Moradores del Palacio. El caserón, fundado por Vasco López de Lemos hacia el año 740, empezó a crecer alrededor de una primera torre primitiva 30 años después, cuando su hijo, Lope López, decidió que el castillo paterno le venía pequeño. Luego nació Fernán López, que rescató a 12 de las 100 doncellas secuestradas por el rey Mauregato de Austrias. La hazaña le valió a la familia el poder lucir en su escudo de armas 13 roeles en lugar del único que tenían. Y ése fue el blasón sobre fondo rojo, o campo de gules.
En poco tiempo, los López de Lemos se hicieron dueños de 30 fortificaciones de las que hoy sólo hay tres localizadas (Ferreira, Sober y Amarante), y llegado el año 1466, un sucesor de la casa, Diego de Lemos, pasó a la historia por ser uno de los tres grandes caudillos de la Revolta Irmandiña, junto a Pedro Osorio y Alonso de Lanzós. Según Antonio López Ferreiro, llegó a dirigir un ejército de 30.000 hombres y fue el artífice de la toma de Lugo.
Diego se sublevó contra su padre, Alfonso López de Lemos y Sober, y contra el mismísimo conde de Lemos (un linaje más moderno que el de los López de Lemos), al que hizo escapar hasta Benavente. El arquitecto Viéitez, que antes de iniciar la restauración investigó más de un año la historia del edificio, explica que Diego, tras expulsar al conde de su fortaleza en Monforte, destruyó la propia torre de Sober en la que vivía y había nacido, y cuando se dirigía hacia la de Ferreira para atacar a su padre, éste le presentó batalla y venció. Alfonso López "les cortó la cabeza a todos, pero a su hijo lo perdonó", y lo obligó a instalarse de nuevo en el palacio, que siguió creciendo hasta que en el XIX se levantó la capilla. Entonces, el edificio ya había pasado a los Gayoso del Pazo de Oca, y luego a los Medinaceli. De hecho, parte de los documento que Viéitez quiere seguir investigando se encuentran ahora en Sevilla, totalmente desordenados, en el Palacio de Pilatos, que pertenece a esta familia.
A finales del XIX lo compró un vigués y luego pasó por varias manos hasta que en 1996 volvió otra vez a una familia de Sober. Ni un alma habitó el palacio desde que, hace 70 años, marcharon la viuda y los cuatro niños huérfanos del último casero. Entonces, ya era una ruina.
Aunque uno de sus sucesivos dueños fue un pequeño contructor local, nadie en todo este tiempo se atrevió a rehabilitarlo. Hasta que los Vaqueiro (que pese al apellido no son gallegos) pasaron unos días en la Ribeira Sacra, precisamente en la Casa Grande de Rosende, que es propiedad de Manuel Viéitez. Fue el arquitecto quien, durante una visita guiada, los llevó hasta las ruinas. Hace año y medio, los de la empresa cárnica, que ya habían estrenado la aventura inmobiliaria promoviendo bloques de viviendas bajo la firma Alvaher 98, decidieron convertir aquel montón de piedras en un hotel de lujo.
Ahora, Patrimonio discute sobre la convivencia de rematar una de las torres con almenas. Husa y "otra cadena británica" aspiran a gestionar el hotel a partir de la primavera de 2010 y ya "están negociando". La reconstrucción se lleva a cabo contratando todos los trabajos a artesenos locales. Se usa la misma piedra que en el siglo VIII y las vigas de castaño vienen de O Incio. "El presupuesto es de nueve millones de euros", cuenta el arquitecto. "Espero que no se dispare mucho".
El Condado de Lemos había sido disputado entre dos familias en el siglo XVIII. Conde de Lemos es un título de nobleza español vinculado a la ciudad gallega de Monforte.
lunes, 27 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO.- PARTE FINAL
De los dos patios del conjunto, el de la izquierda, destinado a colegio, no está abierto a las visitas turísticas. El de la derecha, que sí puede verse, es el más espectacular. Estaba destinado a casa para los jesuitas, donde se ubicarían los dormitorios, la portería, el anterrefectorio y el refectorio, la cocina, la botica… Es de planta cuadrada y presenta un primer cuerpo de crujías cubiertas con bóvedas de arista abierto mediante arcos de medio punto entre pilastras dóricas que sostienen un entablamento con friso de triglifos y metopas sobre el que se levanta una galería cerrada con vanos rectangulares bajo óculos y en la mitad de cada uno de los lados aparecen los escudos del cardenal fundador, de la Casa de Lemos, de la Casa de Alba y de las Escuelas Pías, pues fueron los escolapios los que acabaron las crujías nordeste y noroeste, incompletas hasta la década de 1920.
El Escorial GALLEGO ES CONOCIDO, TAMBIÉN, como Los Escolapios o el Colegio del Caedenal de Monforte.
Su última actualización se llevó a cabo el 16 de Abril del 2021 ( cuando yo visitè Los Escolapios.
La Institución se llama así por el Cardenal Rodrigo de Castro, su fundador. El edificio es de estilo herreriano y es dirigido por Los Escolapios desde 1873. Anteriormente se llamó Colegio de la Compañía desde su fundación, en 1767 , hasta la expulsión de la Compañía de España por Carlos III en 1873
Su estilo Herreriano es copia de San Lorenzo de El Escoriai.
Los maravillosos jardines de acceso son obras, también, del Cardenal. Los Jardines estan hechos en torno al Colegio y a travesados por el mágico Río Cabe, icono de Monforte.
De Septiembre a Junio, de Martes a Viernes, las visitas guiadas son a las 1715. En pleno covid se establecían grupo reducido para las visitas (lo que dió un ambiente mágico)
Se aconseja asegurar y concertar la visita en el teléfono +34 982 40 47 15, en la Oficina de Turismo de Monforte de Lemos o enviando un correo a turismo@concellodemonforte.com
En la esquina inferior derecha está la escalera monumental, que arranca del zaguán de entrada a la derecha de la fachada y conduce al corredor superior del claustro principal. Se atribuye a Pedro Marlote y Juan de la Sierra y sería realizada entre 1594 y 1603. Presenta planta rectangular con tres tramos de gran anchura abovedados, peldaños de una sola pieza de granito y carece de apoyo central, sosteniéndose gracias al juego de fuerzas y el apoyo en los muros, aunque en una restauración a fines del del siglo XX hubo que reforzarla mediante tirantes de acero inoxidable exteriores.
En el del espacio bajo la escalera se conserva, grabada en el pavimento de granito, una montea para las bóvedas del claustro. También se ha localizado otra en una de las paredes del claustro al lado de la puerta de acceso realizada en dibujo con pigmento rojo, posiblemente almagre, bastante perdido, sobre todo en las zonas bajas.
En la esquina superior izquierda está la sacristía vieja, un ámbito construido en 1699 casi alineado con la zona de la Epístola del presbiterio de la iglesia, aunque como nunca se resolvió su conexión directa con el templo, pues el acceso se realiza desde el propio claustro a través de un espacio de tránsito o antesacristía, pronto se dejó de utilizar como tal y pasó a ser, sucesivamente, sala de estudio, oratorio de internos, comedor y biblioteca. Construida en granito, presenta planta rectangular, hornacinas laterales y bóveda de cañón de dos tramos con lunetos que sólo presentan ventanas en el lado del Evangelio, siendo ciegos los de la Epístola.
martes, 21 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO.- QUINTA PARTE
El púlpito apoya sobre un águila de alas extendidas y es de planta hexagonal con relieves de los cuatro doctores de la iglesia de Occidente, los santos Jerónimo, Ambrosio, Agustín y Gregorio Magno, ( los cuatros sabios del catolicismo ) con el escudo de las Escuelas Pías, realizado por Elio Rodríguez, que sustituyó al de los jesuitas, eliminado tras la expulsión de la Compañía en 1767.
La primera capilla lateral del Evangelio es de estilo barroco y atesoraba una gra cantidad de reliquias que el cardenal fue reuniendo en sus abundantes viajes dentro de relicarios de oro y plata que fueron expoliados durante la invasión napoleónica, salvo los del lignum crucis y una espina de la corona de Cristo, ambos de plata repujada, que se libraron del robo porque en esas fechas no estaban en la capilla. Nadie, en esta era, se cuestionaba su autenticidad.
La siguiente capilla poseía un tríptico con una tabla central con una Adoración de los Reyes que durante la invasión napoleónica perdió las dos tablas móviles laterales, que se cree que, según copias antiguas de la obra, contendrían una Natividad y una Circuncisión. Aunque no se sabe cómo llegó al colegio y tradicionalmente se consideraba una donación del cardenal don Rodrigo, el fundador no lo menciona ni en la dotación del colegio ni en su testamento, algo que choca con su meticulosa mentalidad, que incluso hace constar en este último documento los utensilios culinarios que posee y establece muy detalladamente toda la repartición de sus bienes sin olvidarse ni de uno de sus criados.
lunes, 20 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO.- CUARTA PARTE.
El retablo mayor, renacentista, de madera de nogal sin policromar, fue realizado por Francisco Moure, su hijo y discípulos y está dedicado a la Virgen, advocación del colegio. Consta de banco y tres cuerpos de tres calles separadas por columnas corintias de fustes acanalados torsos.
En el banco se representan las cuatro virtudes cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza, flanqueando dos a dos el escudo del cardenal y los cuatro Evangelistas, con un gran ostensorio central que también ocupa el cuerpo bajo, que en las calles laterales presenta las escenas en relieve de la Circuncisión y la Epifanía.
El segundo cuerpo presenta una escultura de bulto de la Virgen de la Antigua central con las escenas laterales de la Visitación y la Adoración de los pastores.
En el tercer cuerpo aparece san Ignacio de Loyola en el centro en bulto redondo con las escenas de la Natividad de la Virgen y la Anunciación. El conjunto se remata con dos grandes escudos del cardenal laterales y otro central más grande que está vacío pero que debió de contar con el emblema de los jesuitas.
En el muro del Evangelio del presbiterio, en una hornacina de medio punto flanqueada por pares de pilastras jónicas, se ubica la sepultura de don Rodrigo de Castro con la escultura orante de bronce del fundador, encargada por el propio cardenal a Giambologna, la única escultura del escultor francés afincado en Florencia en España. Debajo está su sepulcro. En el muro de la Epístola hay una pintura de la Virgen de la Antigua que el cardenal tenía en su oratorio del palacio episcopal de Sevilla y que es una réplica de la original venerada en la catedral hispalense.
jueves, 16 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO.- TERCERA PARTE
La iglesia no está orientada canónicamente en el eje este-oeste sino con la cabecera hacia el noroeste, un condicionante que respondería a la necesidad de ubicar la fachada principal hacia el gran espacio abierto ante la misma y facilitar así el acceso, además de para dirigir los desagües más fácilmente hacia el río.
La fachada principal, de 110 metros de longitud, realizada en granito, destaca por su grandiosidad y equilibrio en la disposición de sus elementos.
La iglesia está en el centro y los laterales muestran tres plantas. La baja y la primera, separadas por una sencilla cornisa, se organizan mediante vanos rectangulares y la última es una galería de arcos de medio punto y balaustradas añadida tras una modificación de las trazas después de la visita del cardenal a las obras en 1594. Las torres recuerdan al palacio Monterrey de Rodrigo Gil de Hontañón en Salamanca, ciudad en la que trabajaron tanto Andrés Ruiz como Juan de Tolosa, aunque éstas no quedan en los extremos porque los dos pequeños cuerpos hasta llegar al ángulo también se añadieron después. El conjunto se remata con una cornisa con pináculos de bola. Su estructura se conforma como un resumen de influencias renacentistas procedentes de Roma, de Vignola, del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de palacios…
La fachada de la iglesia se organiza mediante dos cuerpos superpuestos. El inferior es almohadillado con laterales con un óculo y una ventana cada uno y una portada central compuesta por columnas pareadas dóricas que soportan un friso de triglifos y metopas sobre el que se ubican cuatro pináculos rematados en acróteras que flanquean una cartela con una inscripción en latín en la que se lee
“El cardenal don Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla, dona a la Compañía de Jesús, para uso de la juventud, templo y colegio, consagrados a la Virgen María”.
El cuerpo superior presenta pilastras jónicas, con el escudo del fundador y un gran ventanal central y sendos óculos laterales. Se remata con un frontón partido por una peineta con el escudo de la Corona, que sustituyó al de la Compañía tras su expulsión. El frontón está flanqueado por aletones de perfil curvo y rematado por seis acróteras.
La diferencia de órdenes se atribuye a la posible intervención de distintos maestros, Tolosa o Juan Bustamante en la inferior y Juan de Nates en la superior, aunque hay otros que se la adjudican a Vermundo Resta.
El templo tiene planta rectangular, con nave central de cuatro tramos con coro a los pies organizada mediante grandes pilastras corintias que soportan un friso corrido en el que descansan bóvedas de cañón peraltadas decoradas con casetones y con lunetos con ventanas termales que sólo ofrecen luz en el vano central del lado del Evangelio. Cuenta con cuatro capillas hornacinas laterales a cada lado comunicadas entre sí y cubiertas con bóvedas de cañón.
El transepto no sobresale en planta, el crucero está cubierto con cúpula, el presbiterio es rectangular cubierto también con bóvedas de cañón y aparece flanqueado por sendas torres campanario de planta rectangular con dos cuerpos, el segundo decreciente separado por una balaustrada y remate de media naranja. Están embebidas en la fábrica, de ahí que no sobresalgan mucho en altura.
Cuenta con coro alto a los pies, en el primer tramo de la nave, más estrecho que los otros tres, y se eleva sobre una bóveda casetonada escarzana muy rebajada, con barandilla de balaustres de piedra.
La cúpula del crucero se eleva sobre pechinas decoradas con ángeles policromados que sostienen en una mano el escudo del cardenal y en la otra una custodia con el anagrama de la Compañía y tambor cilíndrico con ocho vanos semicirculares y está rematada por una linterna con vanos rectangulares rematada con otra pequeña cúpula y un pináculo piramidal, siendo la estructura abovedada más compleja del edificio.
El modelo inicial, igual que el resto de iglesias jesuíticas de la época, carecía de cúpula, con el crucero cubierto con una bóveda vaída, pues primaban los aspectos funcionales y la adecuada acústica para facilitar la predicación. La modificación del diseño es una muestra de la influencia escurialense presente en el edificio, posiblemente una de las cúpulas españolas que más evoca a la de la basílica de El Escorial.
lunes, 13 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO .- SEGUNDA PARTE.
Durante la II República la ley, anticatólica, de Congregaciones Religiosas, que impidió a éstas dedicarse a la enseñanza, obligó a los escolapios a dejar temporalmente el colegio y durante la Guerra Civil en el edificio convivieron las actividades docente, sanitaria y militar.
Entre 1946 y 1952, recuperado el colegio por los escolapios, el arquitecto Antonio Ferreras dirigió las obras para la construcción de las plantas superiores de dos de las crujías del patio de las escuelas, que nunca se habían completado.
En 1983 un rayo impactó en la cúpula destrozando los ventanales y el lucernario, levantando parte de los tejados y dañando la instalación eléctrica de la iglesia y de parte del colegio y en 1986 el arquitecto Carlos Meijide Calvo se encargó de las obras de reparación, incluyendo la colocación de un nuevo pararrayos, la limpieza de la cúpula, la colocación de nuevos ventanales y el relleno de sus grietas con silicona y mortero. En los años siguientes se renovaron las cubiertas.
La última gran obra emprendida en el colegio ha sido la rehabilitación de la escalera principal, ubicada en la esquina oriental del colegio, dirigida por los arquitectos Carlos Meijide Calvo y su hijo Jorge Meijide Tomás y culminada en el año 2002.
La planta del conjunto responde a un esquema simétrico, con una iglesia en el centro y dos cuerpos laterales en torno a sendos patios, el de la derecha proyectado como casa destinada a la comunidad de jesuitas y el de la izquierda para albergar la zona de estudios y que ya desde el proyecto inicial debieron ser diferentes, el de las escuelas más sencillo, aunque la fachada da la idea de que ambas alas son iguales. De todos modos, ya he comentado que no fue un proyecto cerrado, por lo que cambió varias veces durante la obra.
jueves, 9 de junio de 2022
EL ESCORIAL GALLEGO .- PRIMERA PARTE.-
El Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, que también se conoce como Colegio del Cardenal, por su patrocinador, o Colegio de la Compañía, por sus regidores originales, es apodado como “El Escorial gallego” y, efectivamente, en él se aprecia el eco del gran monasterio de Felipe II, como un medio Escorial donde la iglesia se encuentra en el centro de la fachada principal, ya participando plenamente de un clasicismo manierista que tuvo importantes frutos en Galicia.
Fue mandado construir por el cardenal don Rodrigo de Castro Osorio, hijo de doña Beatriz de Castro, III condesa de Lemos, y hermanastro de don Fernando Ruiz de Castro Osorio y Portugal, IV conde de Lemos, un relevante personaje del siglo XVI quizá nacido en Valladolid en 1523, aunque ese dato no está claro, que había pasado su infancia y parte de su adolescencia en Monforte, licenciado en Leyes y Cánones en la Universidad de Salamanca, que fue miembro del séquito del príncipe Felipe (futuro Felipe II) en sus viajes a Flandes e Inglaterra o secretario de su hermanastro, el IV conde de Lemos, que estaba en Roma como representante de Carlos V en la Santa Sede, convirtiéndose así en un auténtico hombre del Renacimiento, amante de los libros, del lujo, filántropo y promotor de las artes. En 1556 fue ordenado sacerdote, después fue obispo de Zamora y de Cuenca, en 1581 alcanzó la sede arzobispal de Sevilla y dos años más tarde fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XIII. En 1596 Felipe II le nombró miembro del Consejo de Castilla.
La idea de la construcción de un colegio que fuera a la vez panteón familiar y centro de cultura para Galicia en Monforte de Lemos para que en él se enseñase a
“leer y esbrivir y Gramatica rrectorica y artes a todos los niños y personas que lo fueren a aprender y oyr sin les pedir ny llebar por ello yntereses ny otra cossa alguna”.
empezó a fraguarse en 1586, cuando el cardenal inició conversaciones con la Compañía de Jesús para que ésta se hiciera cargo de la dirección del mismo, decidiendo ponerlo bajo la advocación de Nuestra Señora de la Antigua, por la que había cogido profunda devoción en Sevilla.
Así, en 1591 ya se adquirieron unos terrenos a las afueras del núcleo poblacional, una gran planicie junto al río Cabe. A continuación se seleccionaron los tracistas, que fueron el jesuita Andrés Ruiz y el arquitecto italiano del arzobispado de Sevilla Vermondo Resta, quizá éste encargado de la iglesia, que el cardenal quería que fuera más suntuosa de lo habitual en una fundación jesuítica, y aquel más centrado en el resto del edificio, destinado a casa y escuela, para que se hiciesen a gusto de la congregación, aunque el reparto de la autoría de cada uno es un tema todavía abierto.
Andrés Ruiz se había formado como carpintero en la construcción de la colegiata de Villagacía de Campos y posible ensamblador del retablo, diseñado por Juan de Herrera, y en la catedral de Valladolid, de trazas también de Herrera. Después diseñó la iglesia de Villacastín y en 1584 comenzó a dirigir obras de arquitectura, primero como maestro de obras en el colegio antiguo de la Compañía en Salamanca y después dirigiendo las de la iglesia del seminario de Segovia, desde donde fue llamado para que trabajara en Monforte, la primera obra que traza desde el inicio.
Vermondo Resta nació en Milán y llegó a Sevilla en las últimas décadas del siglo XVI, nombrado por el cardenal don Rodrigo maestro mayor de obras del arzobispado en 1585 y más tarde también arquitecto de los Reales Alcázares.
Las obras fueron adjudicadas en 1592 mediante subasta en varias ciudades y en ella participaron casi treinta maestros canteros. Se dividieron en dos lotes, por un lado la iglesia, que ganó Juan de las Cajigas, y por otro la casa y las escuelas, que recayeron en los maestros Diego de Isla, Macías Álvarez y Gregorio Fatón, a los que después se incorporó Gonzalo Fatón, hermano del último. Cajigas era trasmerano y no se conocen otras obras anteriores suyas en Galicia. Diego de Isla era vizcaíno y había trabajado como aparejador en el convento de san Esteban de Ribas de Sil. Macías Álvarez trabajaba en Orense en 1578. Gregorio Fatón había trabajado en el monasterio de Oseira y en el de Melón bajo la dirección de Simón de Monasterio.
Las trazas presentadas a la subasta no se conservan, pero sí el documento notarial del acto, en el que aparecen las condiciones de ejecución de las obras, que dieron comienzo en 1593, poco antes de la firma de la escritura de fundación. Pero en 1594 el cardenal visitó Monforte y decidió la ampliación de la fachada mediante la adición de una galería superior y dos cuerpos laterales a partir de las torres. Pero el comitente murió en Sevilla en 1600 sin poder verlo acabado. En su testamento dejó establecido que debía ser sepultado en el lado del Evangelio del presbiterio, donde fueron trasladados sus restos, una vez concluida la obra, desde su sepultura provisional en la capilla de la Antigua de la catedral de Sevilla.
Por voluntad del propio cardenal los patronos de la fundación serían, a perpetuidad, los condes de Lemos, a los que dejó el encargo de amparar, honrar y favorecer al colegio. Pero éstos, salvo excepciones, apenas atendieron los graves problemas por los que pasó la institución y la obra sufrió paralizaciones casi desde el principio, con pleitos entre los herederos, problemas económicos, incendios, el terremoto de Lisboa de 1755… de ahí que el proyecto inicial experimentara muchas transformaciones.
El estudio del edificio parece indicar que el jesuita Juan de Tolosa tuvo una intervención trascendental, apareciendo en los documentos dirigiendo las obras intermitentemente junto a Andrés Ruiz hasta el fallecimiento de este último en 1596, asignándosele un importante papel en las modificaciones introducidas a partir de esa fecha. Mientras estaba en Monforte también recibió el encargo para la reconstrucción de la iglesia del cercano Monasterio de Santa María de Montederramo, para la que da trazas y condiciones pero solo para el cuerpo de la nave, proponiendo la construcción de una bóveda de lunetos de cantería, aunque finalmente lo ejecutado fue una bóveda de crucería simple, posiblemente resultado de la adaptación de su idea inicial a las reticencias cistercienses a soluciones clasicistas.
En 1602 se hizo cargo de las obras Simón de Monasterio, que remató la cúpula y la bóveda del presbiterio en la iglesia, consagrada en 1619, y comenzó el patio anexo al lado del Evangelio del templo. Por esas fechas el conjunto se componía de iglesia, fachada principal y sólo parte de los cuerpos articulados alrededor de los patios.
Los jesuitas regentaron la institución hasta la expulsión de la Compañía de las tierras de la corona española, ordenada por Carlos III en 1767, y el monarca incauta la fundación del cardenal con todos sus bienes asociados y expide una Real Cédula en la que ordena que el colegio se convierta en Real Seminario, eliminándose los emblemas de la Compañía en las dos puertas principales de la fachada, la parte superior interna de las puertas que comunican la iglesia, el retablo mayor, los claustros o en cuatro claves de las bóvedas de éste. Pero en 1770 doña Rosa María de Castro y Centurión, XII condesa de Lemos, solicitó y recuperó el patronato sobre el colegio con todos los efectos de la primitiva fundación y los adquiridos por los jesuitas además de una cantidad de dinero, para que continuase siendo casa de estudios públicos para todos los naturales de Galicia.
En septiembre de 1824 se produjo un gran incendio que afectó tanto al edificio como a los bienes que contenía, con la consiguiente pérdida irreparable de documentos esenciales para el conocimiento de la historia del colegio. El propietario del edificio, don Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva (1794-1835), XVIII conde de Lemos, XV marqués de Sarria, V duque de Berwick, XIV duque de Alba, pues la Casa de Alba había heredado el condado de Lemos a fines del siglo XVIII por la extinción de la Casa de Castro, ordenó su restauración y la ampliación de las enseñanzas impartidas para que se convirtiera en Real Colegio de Humanidades y Bellas Artes, una función que desempeñó durante los 22 años siguientes. Pero con la supresión de los diezmos en 1837 el colegio dejó de ingresar los curatos de presentación que la Casa de Lemos tenía en Galicia y en 1842 también dejó de percibir la cantidad establecida por la testamentaría de doña Rosa María de Castro para culto y reparaciones, llegando a tal penuria económica que fue necesario suprimir el internado.
Después de unos años de varios cambios en la categoría docente del edificio, en 1873 don Jacobo Fitz James Stuart y Ventimiglia, XV duque de Alba, llegó a un acuerdo con la Orden de las Escuelas Pías para que los escolapios se hicieran cargo de su gestión y el compromiso de impartir primera y segunda enseñanza, comenzando una nueva etapa de obras y reformas en el edificio que no fueron suficientes, una situación que se vio agravada con un nuevo incendio. En un informe del arquitecto de la Casa de Alba don Francisco Pérez de los Cobos, se puede leer:
“El edificio, tal como está hoy, está completamente inhabitable y sorprende verdaderamente que haya siquiera un alumno que venga a buscar la enseñanza en un Colegio en esas condiciones. Hay bóvedas vencidas, muros desnivelados, toda la techumbre amenaza desplomarse; dos patios, uno en ruinas y el otro sin terminar, no dejan lugar a dudas de que en un plazo muy breve el edificio desaparecerá y con él la enseñanza”.
Pero a partir del estudio de este arquitecto y gracias a la venta del cuadro de la Adoración de los Reyes de Hugo van der Goes en 1913, recién descubierto en la iglesia, por fin, se iniciaron las obras que culminaron el claustro principal, la fachada lateral derecha para añadir nuevas dependencias en la parte posterior, en la que sólo existían los sótanos, y se renovaron las cubiertas. Las obras estuvieron dirigidas por el propio Pérez de los Cobos y concluyeron en 1930. Se impartió Enseñanza Primaria, Media y Superior para internos, externos y medio pensionistas.
martes, 7 de junio de 2022
SEGUNDA PARTE DEL RETABLO DEL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA DE MONFORTE DE LEMOS. (SEGUNDA PARTE)
Ayer publicaba nuestra web unas imágenes y una sencilla explicación del tercer cuerpo del retablo de D. Francisco de Moure. Hoy nos acercamos al segundo cuerpo. Éste está compuesto por dos tablas con escenas de la vida de la virgen y una magnífica imagen central, interpretación libre en bulto del cuadro de Nª Sª de la Antigua que perteneció al Cardenal Rodrigo de Castro y que por su voluntad fue trasladado de su capilla personal en Sevilla a Monforte de Lemos. Esto nos indica la importancia que el Cardenal le dió al Colegio de Monforte.
TABLA DERECHA: Representa la Adoración de los Pastores. Complicada composición en la que ante un niño Jesús en las pajas recibe la adoración de los pastores, grupo de la izquierda, ante la mirada de sus padres grupo de la derecha. Sobre la imagen de María un pastor indudablemente gallego sopla con todas sus fuerzas una gaita poniendo fondo musical a tan muda composición. Una vieja a la izquierda levanta un odre, lleno sin duda de vino de la Ribeira Sacra. Angelotes por el cielo y las cabezas del buey y la mula sobre el niño completan la composición.
IMAGEN DE Nª Sª DE LA ANTIGUA: Impresionante es el conjunto escultórico que compone en el retablo la escena más central del mismo. Todo enmarcado por arquitecturas renacentistas. María en el centro, dos ángeles músicos a sus pies, otros dos sostienen una corona sobre la cabeza de Nuestra Señora que sostiene al niño Jesús en su brazo izquierdo y le entretiene con una rosa que le presenta con su mano derecha, al igual que en el cuadro. Amplios ropajes que huelen ya a un barroco consolidado visten a María.
La Iglesia fue terminada en 1619 por el Arquitecto Simón de Monasterio y consagrada el mismo año.
La cúpula y lucernario han sufrido daños por el paso del tiempo y por el terremoto de 1755.
De estilo Jesuítico, inspirado en Gesú di Roma. Planta de Cruz Latina, de brazos Cortos. La Nave Central ( 33,8 de Largo, 9,25 de ancho y 20,8 de alto ) Posee una bóveda de medio cañón que descansa sobre un entablamiento de orden Jónico, con friso adornado con una cenefa geométrica muy elegante. A cada lado hay una nave lateral, más baja, con Capillas. El Crucero remata una cúpula de Media Naranja con ocho ventanales embudados y descansa sobre pechinas que tienen ángeles policromados que sostienen los escudos del Cardenal y una Custodia don el anagrama del Nombre de Jesús. La Cúpula culmina con una hermosa linterna con seis ventanales que proporcionan abundante luz a la Iglesia.
Os ilustramos este sencillo comentario con fotos de este cuerpo del retablo.
lunes, 6 de junio de 2022
SEGUNDA PARTE DEL RETABLO DEL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA DE MONFORTE DE LEMOS
Hace pocos días publicaba nuestra web unas imágenes y una sencilla explicación del tercer cuerpo del retablo de D. Francisco de Moure. Hoy nos acercamos al segundo cuerpo. Éste está compuesto por dos tablas con escenas de la vida de la virgen y una magnífica imagen central, interpretación libre en bulto del cuadro de Nª Sª de la Antigua que perteneció al Cardenal Rodrigo de Castro y que por su voluntad fue trasladado de su capilla personal en Sevilla a Monforte de Lemos.
TABLA IZQUIERDA: Se trata de la escena de la Visitación Maria encuentra a su prima Isabel a la entrada de su casa, en las escaleras de acceso. En la puerta de la casa Zacarías, marido de Isabel observa la escena. Otros cinco personajes rodean a ambas mujeres dos tras María, otros dos asomando por una ventana y uno más dialoga con Zacarías. La ejecución de esta tabla no responde a la calidad de los trazados de D. Francisco de Moure, pudiendo ser una de las tablas que realizó su hijo.
Segunda parte del cuerpo del Retablo obra de D. Francisco de Moure. Está compuesto por dos tablas compuestas sobre la vida de la Virgen y, en el Centro, una magnífica imagen , de interpretación libre, sobre la vida de la Virgen.
Esta perteneció al Cardenal Rodrigo de Castro. Por orden suya se trasladó de su capilla personal de Sevilla a Monforte de Lemos.
TABLA DE LA IZQUIERDA
Se trata de la escena de la Visitación. Maríaencuentra a su prima Isabel a la entrada de su casa, en las escaleras de acceso. En la puerta de acceso, Zacarias, marido de Isabel, observa la escena.
Otros cinco personajes rodean a ambas mujeres - dos tras María -, y otros dos asomando tras la ventana - y
En la puerta uno más dialoga con Zacarías.
La ejecución de esta obra no responde a la calidad del estilo de Moure, pudiendo ser de su hijo.
jueves, 2 de junio de 2022
INSCRIPCIÓN DE LA PUERTA DE LA IGLESIA DEL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA DE MONFORTE DE LEMOS
Tras la expulsión de los Jesuitas de Monforte por orden de Carlos III el Borbón, Duque de Parma y Plasencia, recién llegado de Italia, el Fiscal de Su Majestad Don Pedro Rodríguez Campomanes, ordenó que se borrasen, todas las armas emblemas y símbolos de la Compañía de Jesús, con la obligación de poner en su lugar las “Reales Armas de la Corona”.
Era, por entonces, Corregidor de Monforte D. Bernardo Cayetano Losada y Somoza, quien fue comisionado por el Gobierno para ocuparse de los asuntos de esta “Real Casa de Educación” y asumió con empeño el encargo de hacer desaparecer los escudos, emblemas y símbolos de la Compañía que borró…
Carlos III era llamado el Mejor Alcalde de Madrid o El Político.
Hijo varón de Felipe V y considerado el mejor Rey de la Historia de España.
El anagrama de los jesuitas de las dos puertas principales de la fachada, de la parte superior interna de las puertas que comunican la iglesia con los dos claustros, del altar mayor del púlpito y de cuatro rosetones de la bóveda del claustro principal.
Existe una tradición entre los monfortinos, según la cual este Comisionado del Gobierno, después de borrar todas las insignias de los jesuitas que pudo, quiso, incluso, borrar la inscripción que existe, aunque un poco deteriorada, sobre la puerta principal de la iglesia, pero, cuando empezaba su obra destructora, un señor del pueblo, al ver lo que quería hacer el Comisario, no pudo contener su indignación, se acercó resuelto a impedírselo, tirando de la escalera donde se encontraba subido, ocasionándole una estrepitosa caída, con gran daño de su integridad física.
Ante este hecho, se dividieron las opiniones en dos bandos contrarios y se produjeron algunos desórdenes, pero la inscripción no llegó a borrarse, pudiéndose apreciar, todavía, algún desperfecto ocasionado en tal intento.
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