Zeus castigó a Prometeo a que, siendo inmortal, fuese encadenado a una roca. Y así, cada día, un águila ( según otras interpretaciones, un buitre ) le devorase, durante el día, el hígado. Este órgano se regeneraba de noche. Y así eternamente. Este castigo - terrible y dolorosísimo - debería de durar eternamente, según mandato divino. Pero Heracles pasó por allí, camino al jardín de las Hespérides, y mató al águila de un flechazo.
La aventura Prometeica ha impregnado a la cultura Occidental ( Nieta de Grecia ) para resaltar el valor de aquellos que se atreven a desafiar a su destino.
Así glosan esta historia autores como Esquilo, Calderón de la Barca o Mary Shelley.
Tenemos, pues, influencias prometeicas en cualquier caso de voluntad luchando contra el determinismo; el individualismo luchando contra el gregarismo o la conquista del derecho propio frente a la resignación frente a la voluntad impuesta.
Prometeo, podemos decir, es el padre de la Libertad, sea cual sea el precio a pagar por ella
No hay comentarios:
Publicar un comentario