Hay películas que te cambian la vida. Una de esas es, para mí, Cotton Club. Esa película me descubrió el maravilloso mundo del Jazz. El Jazz clásico.
Ese sueño comenzó como una pesadilla. La pesadilla del fracaso en taquilla de La Ley de la Calle ( hoy un clásico ). Por eso Francis decidió volver a su estudio de la mitología americana que tan buen resultado le había dado con El Padrino. Por eso esta película puede considerarse una versión musical de la saga de los Corleone.
Supuso el reencuentro con su amigo Mario Puzo, guionista de la mágica trilogía.
Gracias a esa amistad, Coppola pudo intervenir en el guion - dado el buen resultado de esta intromisión en El Padrino II - . John Barry puso la música, dejándose influenciar por la música negra.
La película ya había empezado a rodarse cuando contrataron a Coppola. Este se encontró con un rodaje confuso y desnortado que no tenía coherencia ni sabía que historia quería contar.
Es cuando Francis acude a Puzo para narrar las peripecias del Jazz Club neoyorquino a través de la aventura de dos hermanos en el mundo en los años 20.
La estética del film es digna del genio Coppoliano. Richard Gere ( magistral que aprendió a tocar la trompeta para esta película ) es el vehículo para contarnos esta historia de conflicto fraternal.
Diane Lane es su pareja en este viaje a través de un tiempo fascinante.
Los hermanos Williams también aportan su contrapunto a esta historia bella y dramática contra el racismo. Todo envuelto por un Jazz que me cautivo. Que me importa el anacronismo, denunciado por los puristas de la coincidencia, en el Club, de Ellington y Calloway !!
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