viernes, 8 de julio de 2016

¨ EL BESO ¨ de Klimt y Billie Holiday

 Estaba en la cama, deprimido y dormitando. Era lo que tenìa el paro y la inactividad.
 Puse la radio, para huir de eso, y un anuncio me llamò la atenciòn: en el Museo de Bellas Artes - donde habìa trabajado - se inauguraba una exposiciòn temporal sobre Klimt.
  Klimt me gustaba mucho. Me despertaba recuerdos bellos y emociones intensas.
   Me duchè y, con desgana, comì algo. Me vestì y salì a la calle. Al instante recibì un mensaje de mis antiguos compañeros confirmando la noticia.
    En el Museo me encontrè con ellos. Tras saludarlos, preguntè : ¿ donde siempre ?. Me contestaron que sì. Me dirigì a la Sala de la planta destinada a estas actividades.
   Enseguida la vì.
   En el fondo de la sala - envuelta en un edredòn - estaba una mujer muy hermosa. Era espectacular y los reflejos dorados del cuadro acentuaban su belleza. El gran Klimt habìa plasmado, con todo detalle y esplendor, la sonrisa de la chica abrazada. Tenìa los ojos cerrados y una notable expresiòn de placidez.
  Sin dejar de mirar el cuadro ( ni querìa, ni podìa ) me sentè en un banco.
   En un momento determinado la chica del cuadro abriò los ojos. Soltàndose del abrazo retirò la ropa de cama que la cubrìa. ¡ Estaba desnuda !. Esplendorosamente desnuda.
  Asì saliò del cuadro. Sus preciosos senos se balanceaban rìtmica y pausadamente. Su pubis se mostraba libre entre las dos piernas. Su vientre  embrujò mi atenciòn.
  Estaba solo en la Sala. Ella, sin dejar de sonreirme, me cogiò de la mano. Yo la seguì. Ahora eran sus nalgas las que me encandilaban.
 Salimos del Museo. Yo estaba muy excitado pero muy preocupado por el escàndalo. Ella girò la cabeza y me dijo:
- Tranquilo, cariño, sòlo tù puedes verme.
 Todavìa no sè como, llegamos a casa. Me tumbò en la cama y, entre besos, me fuè quitando la ropa.
Saboreè su piel y su sexo. Sabìa deliciosamente salado y dulce, al tiempo. Hicimos el amor en varias posturas - todas las imaginables - La abracè como en el cuadro y nos besamos. Un beso con sabor a nostalgia y a paraìso.
  Me quedè dormido. Cuando me despertè ya no estaba. Eso sì Estaba su olor - maravilloso - y su calor en las arrugadas sàbanas. Sentì su ausencia, con aroma de miel y nostalgia.
  Me quedè, de nuevo, dormido. Al dìa siguiente me despertè. Me vestì, mecanicamente - y me fuì al Museo.
  Entre bromas de los antiguos compañeros, la vì. Estaba gual que antes. Bueno; igual no. Ahora me miraba y su sonrisa era màs amplia y radiante.
 Estuve un buen rato contemplando, absorto, el cuadro. Nada. Despuès acudì a mi cafeterìa favorita. Pedì un cafè y cerrè los ojos. Y volvì a verla. Billie Holiday cantaba Solitude.
  Desde entonces vuelvo , a menudo, al Museo. Esperando que salga la chica. La chica del cuadro de Klimt.


                               



                                                 

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