En los antiguos veleros, y en los primeros buques a motor, la hora del rancho era esperada con ansiedad. No sòlo por la comida en sì: sino porque era un momento de esparcimiento, relajaciòn e incluso diversiòn. Un espacio de evasiòn en una durìsima vida de navegaciòn y combates Los oficiales no estaban presentes y los marineros se encontraban entre iguales. Este cuadro, expuesto en el Museo Naval de Ferrol, es una buena muestra de ese momento, de alivio, en franca camaraderìa :
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