viernes, 15 de marzo de 2024

EL PLATON DESCONOCIDO

 


Solo los muertos verán el final de la guerra. 

Esta frase pasó a la historia porque la dijo Platón. Y lo sabía muy bien, porque antes de ser filósofo fue soldado. Lo conocí al final de las Guerras del Peloponeso. Los dos fuimos compañeros como peltastas (soldados de infantería). Para mi siempre fue Aristocles porque Platón fue el apodo con el que se hizo famoso más tarde. Así se le conocía por sus anchas espaldas, producto de un intenso y arduo entrenamiento para la lucha.

En aquella guerra sudamos cargando con treinta quilos de equipo a la espalda y sangramos juntos en la batalla y se estableció entre nosotros el nexo que surge entre dos veteranos soldados que han visto el horror y han sobrevivido a él.

Después de las terribles batallas, yo prosperé en este ejército y él se retiró para convertirse en filósofo, el mayor discípulo de Sócrates, fundador de la Academia de Atenas (institución a la que auguro larga vida) y maestro de Aristóteles. Yo ya intuía que, además de gran soldado, iba a ser un buen filósofo porque compartimos muchas charlas nocturnas a la luz de los fuegos campamentales. Hablamos de asuntos que  luego desarrollaría en sus Diálogos o en el mito de la caverna. Me habló también de su ascendencia, que se remonta a los primeros reyes de Atenas. 

Este era un Platón distinto al que se convirtió después de la muerte de Sócrates. Patriota, acusado de introducir nuevos dioses y corromper a la juventud, fue obligado por la ciudad de Atenas a beber cicuta. Esto hizo que mi amigo se convirtiera en un anti demócrata e individualista convencido. Lo comprendo, yo también soy individualista.

Coincidimos muchas veces en el Ágora y hablábamos de los viejos tiempos. Recordábamos a los camaradas caídos y maldecíamos a aquellos que no estuvieron a la altura de lo que de ellos se esperaba. Muchos de ellos aristócratas como Aristocles, que no tuvieron el valor de defender a Atenas en el campo de batalla. Esos fueron los primeros que se vanagloriaban de la guerra y de acciones en las que nunca habían intervenido.

Luego me enteré de que se había convertido en un orador y filósofo extraordinario. Para mi siempre será el soldado Aristocles, al que yo le cubrí las espaldas a veces y él a mi otras tantas, y al que pongo de ejemplo a los novatos durante su entrenamiento. Hasta que yo les hablé de él, solo lo conocían como Platón autor de la frase Solo los muertos verán el final de la guerra. Frase que él y yo sabemos que es cierta, y no porque nos lo hayan contado.


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