miércoles, 29 de noviembre de 2023

ARTES MARCIALES JAPONESAS MÁS FAMOSAS

 

Combate de samuráis con catanas

Las artes marciales nacen en eras conflictivas del mundo antiguo como métodos de defensa. Las artes marciales japonesas más célebres son el Karate, el Aikido, el Judo, el Kendo, el Jujutsu, el Ninjutsu y el Laido. 

Karate

Nacido en el siglo XVI en Okinawa, es el arte marcial japonés más famoso en todo el mundo. Utiliza golpes con la mano y patadas para producir luxaciones.

Aikido

El arte marcial desarrollado a mediados de la década de los 20 del siglo pasado por el maestro Morihei Ueshiba es un arte marcial armónico donde se enseña a utilizar la fuerza del oponente en su contra, sin dañarlo ni humillarlo.

Judo

El arte marcial más practicada en todo el mundo, creada por el maestro Jigoro Kanu (1860-1938), es el único arte marcial japonés presente en las Olimpiadas junto con el Karate. Además es recomendado por la UNESCO como deporte formativo para niños.

Kendo

Arte marcial muy unido a la filosofía samurái, sus orígenes son oscuros. Hay relatos japoneses que dicen que el sable del Kendo nace de los dioses, por eso se utilizan catanas de madera para la demostración. También se usan catanas reales por lo que es conocido como la esgrima japonesa.

Jujutsu

Es un arte marcial antiguo y el primero que se basa en la defensa sin armas. Ha influido en muchas artes marciales japonesas. Se busca la luxación del enemigo así como lesiones por barridos, desplazamientos y estrangulaciones.

Ninjutsu

No es un arte marcial tan conocida como las otras pero de ella nacen las disciplinas populares como el Aikido, el Karate o el Kendo. Fue desarrollado como estas por los ninjas del Japón antiguo y se trata de un arte marcial muy completo. Por eso se le conoce como el arte marcial del espionaje y la guerrilla.

Laido

Con orígenes en el período Edo (desde el 24 de marzo de 1603 al 3 de mayo de 1868), fue practicado por los samuráis. Se practica con espadas. Los cortes se ejecutan mediante el envainado y desenvainado del sable.

¿Y por qué escribo Ninjutsu y no Ninjitsu o Jujutsu y no Jujitsu? La forma correcta es siempre Jutsu que en japonés significa arte o técnica.

El contacto entre la cultura japonesa y la cultura europea se produjo a través del respeto entre dos mentalidades guerreras, la japonesa y la española. Esto ha sido descrito por Yukio Mishima.

Estas formas de combate me parecen tan bellas y románticas que no he podido sustraerme a hacer una entrada sobre lo que, a mi entender, tiene la tradición japonesa. Ahí va mi homenaje.

viernes, 24 de noviembre de 2023

miércoles, 22 de noviembre de 2023

RECUERDOS Y OTROS ASUNTOS DEL PALACIO DE JUSTICIA DE LA CORUÑA

 


La primera vez que entré en este edificio fue un otoño a principio de los años 90. En él preparé unas oposiciones que al final no aprobé. Entraba a primera hora de la tarde y estaba allí hasta la noche. Al entrar me recibían dos guardias civiles, que no parecían estar en muy buena forma, y me dirigía a una de las Salas donde un fiscal y un secretario judicial me daban clase para las dos partes de la misma oposición.

La segunda vez ya trabajaba en el Juzgado N.º 2 de Santiago y venía una vez a la semana a las clases de preparación de la oposición de nuevo. Las primeras veces que preparaba esta oposición (más de las que hubiera querido) entraba con alegría, las otras no.

Ahora hablemos del edificio en si. Está situado en la Plaza de Galicia, en el centro de la ciudad, y es una de las más transitadas; se encuentra aledaño a la Plaza de Lugo. Aloja la oficina del Tribunal Superior de Justicia de Galicia y está abierto de 9 a 2 los días de diario. En el teléfono del TSJG facilitan información sobre los procesos, asuntos y trámites judiciales.

Es un edificio muy bonito construido entre los años 1926 y 1929 durante la dictadura de Primo de Rivera para albergar la antigua Audiencia Provincial. El estilo es una mezcla de neoclásico y modernismo, siguiendo los planos del arquitecto Palacios. Dispone de unas espectaculares vidrieras en cristal artesano soplado.

A principios de los 90 se trasladó la Audiencia Provincial a un nuevo edificio en el que yo trabajé. Era más funcional pero no tan bonito. En su construcción no se reparó en gastos, contratando al arquitecto José Bar Boó que logró un espacio vacío, hermoso y de fácil entendimiento para el usuario. Se utilizaron materiales resistentes al tiempo: granito de Porriño, vidrio y acero inoxidable. En un intento de minimizar el coste de mantenimiento, sus paredes interiores se recubrieron de mármol para evitar tener que ser pintado cada cierto tiempo.

El edificio fue regido por la concepción deliberada del orden y la jerarquía. Todas las salas están planificadas siguiendo un propósito. La distribución está hecha para no perderse. En el sótano y la planta baja están las salas más frecuentadas como el Registro Civil o el juzgado de guardia. En el primer piso están los cuatro juzgados de lo Social y uno de los de Penal. En el segundo están los juzgados de Primera Instancia. En el tercero los juzgados de Instrucción y en la última planta tres juzgados de lo Penal y otros tres de Primera Instancia.

Lo más destacado es la enorme escalera de caracol, que costó al Ministerio de Justicia 180.000 euros. La recuerdo perfectamente porque en ella me caí yo... Todavía lo recuerdo: creí que me había roto una costilla flotante, casi no podía respirar y, a duras penas, pude llegar abajo. Al día siguiente me compré mi primer móvil, un Alcatel Easy, en previsión de futuros percances en este nuevo edificio. Al menos si hubiera sido en el edificio antiguo habría pasado a mejor vida contemplando una hermosa arquitectura y no esa cutrez moderna que me amenazaba desde arriba.

viernes, 17 de noviembre de 2023

DÉJÀ VU

 

Estaba yo con mi Maestra en la cafetería del campus de Ferrol, peleándome para entender mi ordenador, cuando de repente y ante mis asombrados ojos apareció un joven cuya imagen me llevó al Santiago de mediados de los 80.

Aquel joven era ¡¡idéntico!! a un amigo que tenía yo en aquellos años. ¡Cuántos años...! Por un instante creí volver cuarenta años atrás. ¡Vaya imagen!¡Vaya sensación! Aquel joven era, como había sido yo, un veinteañero que vivía en mi misma residencia de estudiantes compostelana. Con él iba a los mismos garitos y compartía los mismos gustos musicales y las mismas ideas políticas. Además, los dos estábamos locos por la misma chica... , que no nos hacía ni caso a ninguno de los dos sino a un tercero. 

Curiosamente no éramos de la misma ciudad: yo coruñés y él ferrolano. ¡Qué paradoja! Estudiábamos carreras distintas, él Farmacia y yo Derecho. Él terminó, yo no. Nuestros caminos se separaron por ello. Yo volví a La Coruña y él, por motivos laborales, terminó en Orense. 

No volvimos a saber el uno del otro hasta que yo me puse en contacto con él por Facebook cuando vine a parar a Ferrol a una residencia de discapacitados. Suponía que él seguía viviendo aquí y pensaba recobrar la vieja amistad tan abruptamente interrumpida. Entonces él se puso en contacto conmigo de forma súbita. Aunque casado y trabajando en Orense en una farmacia, venía de vez en cuando a ver a su madre que seguía viviendo en Ferrol.

Tuvo que irse enseguida, no sin antes prometerme que, aunque no pudiera venir a ver a la madre, ya muy anciana, seguiríamos viéndonos de vez en cuando. No he vuelto a saber nada más de él. Por eso comprenderéis el vuelco que me dio el corazón al ver a aquel chaval en el campus ferrolano con idénticos rasgos a mi amigo, como si no hubieran pasado por él los cuarenta años que de hecho habían pasado.

Mientras decidía si acercarme a él o no por si era el hijo de mi amigo, este desapareció de la cafetería dejándome los recuerdos de una época que ya no volverá.

Y aunque no lea esto, dedico la entrada a V.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

EL MONTE DE SANTA MARGARITA. MÁS RECUERDOS DE CORUÑA

 


El último día que fui a La Coruña, como ya dije, llovió mucho. Aún así, mis recuerdos hicieron que fuera un día inolvidable. Además de la historia ocurrida a las puertas del café Siboney, hubo otro episodio especial. 

Ocurrió bajando la avenida de Finisterre, es decir, a la vera del monte de Santa Margarita. Arreciaba la lluvia, sin embargo a la derecha al fondo se dibujaban unos hermosos árboles que me transportaron a mi infancia. Eran unos árboles acotados por un muro. Aquellos mismos árboles del parque, aunque sin el muro, ya estaban allí cuando yo era pequeño e iba a ver a mis padrinos-tíos que vivían cerca. Me fascinaban. Por su olor y por su porte, seguramente. Parecía que escalaban hacia el cielo.

Recuerdo que era una zona que se llenaba de campistas y de algún hippie que me parecían francamente exóticos. ¡A saber dónde estarán ahora!... (alguno incluso puede ser broker).

Volviendo al presente: bajo la lluvia me di cuenta de lo mucho que había cambiado el parque. Pero lo que no había cambiado era la sensación que había producido en mi, la de volver a La Coruña, a mi casa, a mi infancia.

En estas cogitaciones me encontraba, acostumbrado ya a la lluvia, cuando el parque había desaparecido de mi lado. El resto del camino hacia la plaza de Pontevedra no pude dejar de sentir nostalgia. Los árboles del parque de Santa Margarita aparecían plantados en mis recuerdos para siempre. Eso es lo que tienen los recuerdos, que aunque tú cambies ellos no cambian contigo. Permanecen ahí inalterados. 

Como decía Pérez-Reverte: "Hay lugares de los que nunca se vuelve"

viernes, 10 de noviembre de 2023

LA CORUÑA , DOS CHICAS Y UN SOMBRERO. NOSTALGIA

 


Fue en mi último viaje a Mi Coruña en pleno temporal.

Al llegar a la altura de la Cafetería Siboney, en la Calle Ferrol (también es casualidad), un fuerte golpe de viento hizo volar mi sombrero con el que me protegía de la lluvia.

Un amable joven atendió a mi petición de ayuda y rescató mi prenda de cabeza calle abajo.

Enseguida se me ocurrió hacer una foto de esta fachada modernista en la que reparé. Para evitar otro nuevo accidente, crucé la calle y les pedí a dos chicas que estaban tomando café en la terraza (lo que me sorprendió en ese día intempestivo), que me lo guardaran.

Crucé la calle e hice esta foto. Después volví a la cafetería para invitarlas al café pero el camarero me dijo que se habían ido ya y dejado el sombrero para mí. No pude invitarlas en agradecimiento pero si puedo publicar esta entrada como tributo a estas dos chicas solidarias y desinteresadas. 

Ah! y que no se me olvide, y para el chico también (sólo que este no era tan guapo je, je, je).


miércoles, 8 de noviembre de 2023

EL ALMIRANTE


El Almirante se levantó pesadamente de su silla. Poco quedaba de aquel joven y entusiasta oficial que, décadas atrás, había participado en el desastre sangriento (jornada gloriosa lo llamaban quienes no habían estado allí) de Trafalgar.

Recordaba cuando había salido de Cádiz su navío -el San Juan Nepomuceno- y recordaba la arenga (súplica fúnebre más bien) que les había dirigido a sus oficiales el Almirante Churruca.

También recordaba vomitar por la borda a causa de los nervios -el miedo, decían los veteranos-.

Luego recordaba unas yardas más adelante la cara de una sirena que, bajo el agua y nadando a la misma velocidad de su navío, le decía sin palabras: 

- Hoy vas a vivir el peor día de tu vida. Vas a madurar entre cañonazos y sangre. No morirás, yo me encargaré de ello, pero ya nada será igual.

Luego los recuerdos son confusos. Explosiones y gritos: conmoción. Se vio a si mismo con el Almirante en brazos, tratando inútilmente parar la hemorragia del muñón de su comandante. Todos los recuerdos le atenazaban mientras dirigía su mirada perdida hacia el arsenal donde intentaban reconstruir una escuadra perdida décadas atrás. Lo más difícil sería reconstruir los ánimos que habían quedado despedazados por una nefasta política naval. Conceptos como heroísmo y honor se habían ido a pique con la escuadra española. Ideas como las de Jorge Juan y Patiño parecían tan lejanas... 

En esto vio su imagen reflejada en el cristal de su despacho. Era tan viejo... Las heridas habían hecho estragos en su alma.

Estas reflexiones tan venenosas fueron interrumpidas por una voz al otro lado de la puerta: 

- ¿Da Vuestra Señoría su permiso?

- ¡Pasad!, ladró el Almirante.

Lo que vio ante si lo paralizó. Un joven oficial muy parecido a si mismo hace décadas. Seguro que este tendría su propia Sirena, una Sirena que él no veía desde que era un joven oficial y creía en altos ideales.

viernes, 3 de noviembre de 2023