miércoles, 22 de enero de 2020
SIRENA A CONTRALUZ. ATARDECER
La noche era terrible. Neptuno no daba tregua. El viento soplaba furioso, amenazando con quebrar los palos y las botavaras de mi débil barco. Continuamente tenía que vigilar para que estos no se quebraran. Las drizas y las jarcias se tensaban más allá de lo prudente. Yo Sudaba agua de mar. No sólo por mi vida sino porque aquel cascarón era prestado y, si no lo devolvía en perfectas condiciones, se me iba a caer el pelo.
Pasé toda la noche luchando contra la imbatible furia del mar.
Cuando estaba a punto de rendirme la ví. Una sirena nadaba junto a mi barco.
En ese momento - con la sirena sonriéndome - el temporal amainó. Casi sin fuerzas sólo pude soltar el ancla antes, inmediatamente antes, de caer desfallecido.
Dormí horas y una leve brisa me despertó. Una leve brisa y las nada románticas sed y hambre que comenzaron a atormentarme.
Entonces volví a verla: en el horizonte, ante un sol que se ocultaba. Comí y bebí apremiado por mis necesidades fisiológicas y me dirigí, en mi velero, hacia la silueta de mi maravillosa salvadora.
A una distancia prudencial paré. Según mis cartas allí no había nada; ni una roca. Cogí el catalejo y lo enfoqué.
Y allí no estaba !!
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