LA SONRISA DE ANA

 Llovia mucho. Pero eso no fuè obstàculo para que Fernando hiciera su visita dominical al Museo Naval y a la Exponav. ¿ Cuando lo habìa sido ?. Pasò allì la mañana. Cuando terminò se dirigiò a la cercana parada del bus, para regresar a su residencia
 Y allì la viò. Joven, insultantemente joven. Delgada y guapa. Con una gran sonrisa dibujàndose en su cara. Enseguida empezaron a hablar. Hablaron de todo y màs. Ella cogìa allì el bus porque trabajaba cerca. Tenìa un contrato de pràcticas, segùn le iba explicando a Fernando. Pero èl - cautivado - sòlo podìa fijarse en su sonrisa. Ella se quejò de que a los niños pequeños la tecnologìa los apartaba del placer de la lectura.  Fernando sòlo podìa fijarse en su sonrisa. El bus llegò al destino de ella y se bajò ( demasiado pronto, pensò Fernando ).Se alejò del bus andando armoniosamente - como mecida por una Bossa Nova -. De repente dejò de llover. En un momento se parò y diò la vuelta para saludar. Pero Fernando sòlo pudo fijarse en su sonrisa. La sonrisa de Ana.