martes, 26 de enero de 2016

LARA ( Y SU MADRE )

Sucediò el pasado domingo. Me encontraba tomando un descafeinado en una de las terrazas de la ferrolana Alameda de Suanzes. Y estaba disfrutando de un buen libro.
 El dìa no pod¡ia ser mejor. Era cerca del mediodìa y el sol lucìa y calentaba magnìfico.
 Absorto en la lectura de mi nueva adquisiciòn literaria, levantè la vista, para descansarla. Y allì estaba. Un precioso querubìn. Debìa de tener no màs de cuatro años. Se estaba peleando con unas patatas fritas e iba venciendo. El sol jugaba con los dorados rizos de este àngel - una niña -. A su lado la vigilaba una orgullosa mujer joven.
 MMe presentè y le preguntè si era su hija. Me dijo que sì. La niña levantò la mano y me saludò. Despuès reanudò su batalla con las patatas.
- Parece muy sociable y muy tranquila - le comentè a la madre -
 - Uy, no creas, es muy revoltosa. Pero tiene muy buen fondo - repuso.
 Tuvimos un gratificante intercambio de palabras. Me contò que la llegada de Lara habìa sido inesperada. Pero que la querìa mucho. Y eso se notaba.
 El tiempo pasò ràpido. Siempre pasa ràpido cuando estàs a gusto.
 En esto la madre de Lara dijo :
 - Uy, es tarde, tenemos que irnos. Larita, vamos.
 Se despidieron y se perdieron entre los àrboles de la Alameda. El sol, infrecuente en otros inviernosferrolanos, jugaba con los rizos dorados de Lara.
 Y, a mì me quedò una indescriptible ( y maravillosa ) sensaciòn de paz



                     


                         

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