Hacía ya un tiempo que había llegado a Ferrol. Aquí no acababa de encajar.
Un buen amigo me llamó y, para intentar animarme un poco, me dijo:
- ¿No estás siempre hablando de las mujeres andaluzas? Pues mañana organizan en Ferrol un pase de modelos de una compañía de Córdoba. Parece que bailar sevillanas está de moda por aquí y buscan hacer negocio. ¡Podemos ir y a ver si así lo llevas mejor!
A la hora del desfile, puntuales, estábamos dentro esperando que empezara entre rebujitos y flamenco.
Las luces eran tenues, pero de pronto se intensificaron. A la vez una voz daba la bienvenida a los asistentes y las chicas comenzaron a desfilar. Eran bellezas morenas enfundadas en trajes de gitanilla.
La última en salir resultó ser la más guapa. Al menos para mi. Con unos ojos negros..., uff, esos ojos... que me hipnotizaron. Unos ojos que me dijeron sin palabras:
- Ven a Córdoba. Allí hay muchas como yo.
Desfiló de vuelta por la pasarela y desapareció. El desfile terminó.
Cuando por fin salí de aquel estado hipnótico, descubrí a mi amigo delante de mi mirándome con expresión preocupada:
- Creo que necesitas un café.
Después de una taza reconfortante, me encontré mejor y volví al Centro donde residía.
A la mañana siguiente me avisaron de la oficina.
- ¿No nos habías dicho que querías probar en otro Centro? Hay libre una plaza para una estancia temporal. Tres meses. Puedes ir y ver si te gusta. Si es así, a la vuelta tramitamos el traslado.
- ¿Dónde es?
- En Pozoblanco, Córdoba.







