miércoles, 30 de abril de 2025

REENCUENTRO CON LOS CABALLOS EN POZOBLANCO

 

Fue durante la Feria de Pozoblanco. Me reencontré con los caballos, cincuenta años después y a mil kilómetros de donde lo había hecho la primera vez.

Estaba yo tomando café en una terraza. Era por la tarde y hacía calor. A lo lejos vi acercarse una pareja de caballistas. En ese momento mis recuerdos me llevaron muchos años atrás, a la Sociedad Hípica de La Coruña donde había un concurso a principios de los años 70 del siglo pasado. Yo era un niño. 

No había vuelto a ver caballos al natural desde entonces. Siempre me habían llamado la atención. Eran concursos hípicos que no me perdía. Pero esta vez eran caballos paseando por las calles. 

No pude resistirlo. Dejé mi café y me acerqué con mi silla. Les dije:

- No soy de aquí y hace tiempo que no veo caballos. ¿Os puedo sacar una foto?

A lo que él respondió:

- Sí, claro.

Después no pude reprimir mis ganas de acariciar uno de aquellos equinos. Y le volvía a preguntar a él, que parecía llevar la voz cantante:

- ¿Puedo acariciarlos?

Y el respondió, dirigiéndose a su compañera:

- Trae ese, que es el más tonto.

Cuando se acercó y lo acaricié ni se inmutó, pero para mí fue una experiencia inolvidable.

Más tarde, en la feria, vi otros caballos. Pero ese primer encuentro con los caballos después de cincuenta años se quedó grabado en mi memoria emocional.

Los caballistas fueron en todo momento muy amables. Por eso publico y les dedico estas palabras a sus jinetes. Cuando se fueron seguí saboreando mi café y contemplando las fotos que había hecho.




viernes, 25 de abril de 2025

IGLESIA DE SAN JOSÉ, SALESIANOS DE POZOBLANCO

 


La vi bajando para conocer el centro de Pozoblanco. Como hacía buen tiempo (allí siempre hace buen tiempo), iba paseando lentamente para conocer el pueblo. Me fijé en ella. Quedaba a mi derecha. Era una tarde soleada muy cordobesa. La fachada de la iglesia estaba espléndidamente iluminada por el sol como podéis ver en la foto que hice.

No soy creyente, pero las iglesias siempre me han parecido muy bellas. Además, en este caso, los salesianos me recuerdan mi infancia en Coruña. Hasta los catorce años iba los domingos con mi familia a una iglesia cercana a mi casa, que resultó ser de los salesianos. Al cumplir esa edad, mi padre (militar) me dijo que él estaba harto de la posición de la iglesia sobre el terrorismo vasco y que no iba a volver a pisar más un templo y que a mi tampoco me iba a obligar a ir. Le respondí:

- Si tú no vas, yo tampoco. A mi tampoco me caen bien los curas.

Y ninguna iglesia volvió desde entonces a llamarme la atención hasta que pasé al lado de esta. Me quedé pensando que hacía cuarenta y cinco años que no entraba en una de los salesianos y ahora quería hacerlo, aunque solo fuera por contemplar su belleza en el interior. Busqué, sin encontrar, una entrada adaptada. Así que tomé esta foto y seguí mi camino.

Cuando vuelva a Pozoblanco, intentaré de nuevo entrar en esta iglesia. Mientras tanto os contaré su historia.

La Orden Salesiana fue fundada por Don Bosco en 1846. En septiembre de 1930 Don Antonio do Muiño llegó a Pozoblanco acompañado de otros salesianos y encontraron la casa solariega del obispo Pozuelo y un recién construido pabellón para uso escolar. La iglesia, aún en construcción, estaba cubierta de aguas y obligó a la Orden a utilizar la antigua y pequeña capilla. Poco después aumentó la afluencia de vecinos y se tuvo que edificar otra más grande en la planta baja del edificio, que actualmente está destinada a teatro y usos múltiples. 

La iglesia actual fue proyecto del arquitecto Don Juan Bautista Caballero, esposo de la mártir Teresa Cepudo de la Archicofradía de María Auxiliadora, asesinada en la Guerra Civil. Se terminó en abril de 1931 y fue bendecida entre mayo y noviembre de ese año por el arcipreste de la parroquia de Santa Catalina, posterior mártir en la misma contienda fratricida, Don Antonio Rodríguez Blanco, que había sido alumno salesiano del colegio de Utrera. La consagración estuvo a cargo del pozoalbense y director de la Obra Salesiana de Córdoba, Don Andrés Yun. La iglesia de los salesianos de Pozoblanco es un centro de difusión de esta devoción y garantía de la obra salesiana.

Los trabajos de construcción se llevaron a cabo con la aportación económica de las fundadoras y las colaboraciones de Don Antonio Cañuelo, que hicieron posible finalizar la obra. La iglesia es un edificio de seis cuerpos que ocupan 415 metros cuadrados, más 48 del coro. La nave mide 33x10, la capilla lateral 8x5, la sacristía 7x7 y el coro 10x4,8 metros.


miércoles, 23 de abril de 2025

LIBRO: EL MÉDICO DE CÓRDOBA, de Herbert Le Porrier


En el siglo XII Córdoba era la capital califal de Al-Andalus. Era una ciudad de calles pavimentadas, de magníficos jardines y con una de las universidades más reputadas del mundo medieval. En ella coincidieron en ese tiempo tres culturas, la cristiana, la árabe y la judía. Moisés Maimónides, ya anciano, recuerda la ciudad de su niñez que tanto le influyó y desde donde empezó, tras la invasión almohade, un camino que lo lleva a recorrer toda la costa mediterránea. Maimónides era médico, filósofo, teólogo y, sobre todo, sabio. Una de las figuras claves en la historia del pensamiento y este libro nos habla de él.

Herbert Le Porrier mediante esta obra (de la Editorial Penguin libros, de 275 páginas, tamaño A5 y tapa blanda) nos introduce en el sentimiento nostálgico dela biografía del conocido como médico de Córdoba, Moshé ben Maimón, y que pasó a la historia como Maimónides.

Este escritor francés se mete en la piel de un viejo Maimónides que, con nostalgia, recuerda desde su exilio egipcio su niñez y sus años cordobeses. Nos habla no solo de sus maestros judíos, sino que también nos da a conocer a Averroes en una época en la que los judíos aprendían de los musulmanes cordobeses y viceversa. El autor describe perfectamente las costumbres y nos lleva al ambiente urbano de la Córdoba del siglo XII para, cogidos de la mano del niño Maimónides, recorrer la ciudad.

En un momento determinado la trama de la novela da un giro y hace viajar al protagonista hasta Toledo, capital de Sefarad, donde le aqueja el llamado mal de Córdoba (nostalgia por la ciudad califal). Los que hemos tenido la suerte de pasear por sus calles, aunque sea un milenio después, y durante tan solo tres meses, comprendemos ese mal y lo sufrimos como él, a la espera de volver. 

Él, desgraciadamente, ya no pudo regresar. Desde Córdoba con trece años tuvo que huir al norte de África por la persecución a los judíos por parte de los almohades, que habían conquistado la ciudad. Y desde allí a Egipto, donde ya viejo nos cuenta esta historia. 

Después de leer esta obra nuestro propio mal de Córdoba se agrava. Ahora al leer el libro puedo reconocer a veces los sitios de los que habla. Todavía puedo ver la estatua de Maimónides con su libro "Guía de perplejos" en la mano. Por momentos parece cobrar vida en mis recuerdos. 

Al terminar la obra de Le Porrier, que recomiendo vivamente a los que quieran conocer la interesante historia de este filósofo y médico judío, no me gustaría que me pasara lo que le pasó a él, que murió triste lejos de Córdoba. Mientras no vuelva, me consolaré leyendo los libros que allí compré.

viernes, 11 de abril de 2025

UNA ALMAZARA EN UNA CALUROSA TARDE CORDOBESA

 


NOTA: Una almazara es un establecimiento donde se procesan las aceitunas para obtener aceite de oliva. Es el lugar donde se llevan a cabo todos los pasos de la elaboración del aceite, desde la recepción de las aceitunas hasta el almacenamiento del mismo. Su nombre procede del árabe al-ma'sara, cuyo significado es "la prensa". Se ha conocido tradicionalmente por el nombre de trujal, que deriva del latín torculare.


Estaba yo recién llegado a Pozoblanco. Me llamaron la atención muchas cosas del lugar, tan distinto a aquel del que procedía. Lo primero que quise hacer fue ir a los toros. La plaza queda a cierta distancia de donde vivía, el CAMF de Pozoblanco. Afortunademente disponía de una silla eléctrica que me permitía desplazarme sin ningún esfuerzo.

Me decidí en primer lugar a visitar el coso taurino, puesto que nunca había estado en uno. Tuve suerte, pues aún era verano y mi hemiplejia me permite soportar mejor el calor que el frío. También ayudaba mi sombrero de camuflaje de ala ancha, recién comprado en Córdoba.

Salí del CAMF a primera hora de la tarde y giré a la izquierda. Iba lentamente, no quería que se gastara antes de tiempo la batería de mi silla. También disfrutaba del paisaje, ya que la plaza se encuentra en las afueras de la ciudad. Poco a poco fui subiendo la acera de la carretera de circunvalación. Me encontré algún cruce, pero la amabilidad de los pozoalbenses me fue dirigiendo hacia la plaza.

Antes de llegar divisé a lo lejos el mecanismo de la fotografía, unas piedra de molino, que luego supe que eran de almazara. No pude evitar hacerle una foto. Rodeándolo con curiosidad, seguí a la plaza. Pero eso ya es otra historia.

miércoles, 9 de abril de 2025

MI ENCUENTRO CON LUCANO

 


Era una tarde de otoño. Estaba yo tomando un café y disfrutando del jazz de un músico callejero en la plaza de Jerónimo Páez, en el centro de Córdoba, a la entrada del Museo Arqueológico. Cuando terminé mi café y cansado ya de escuchar al músico de jazz (cosa rara en mi), me dediqué a pasear entre los árboles de la plaza. 

Y de repente lo vi. Me estaba mirando fijamente. 

Me acerqué. Era el busto de Lucano, el magnífico poeta romano de origen cordobés. Había nacido en Corduba en el año 39 (por entonces, Córdoba era capital de la Hispania Baetica) y murió en Roma en el 65 por exanguinación. Fue el célebre autor del poema Farsalia.

Cuando nació le pusieron de nombre Marco Anneo Lucano. Cordobés de origen, era ciudadano romano. Hijo de Anneo Mela y Acilia, nieto de Séneca el Viejo y sobrino del filósofo Séneca. Su padre perteneció a la clase de los Equites, la aristocracia romana. Su madre era hija de un célebre orador.

A los ocho años Lucano se fue con toda la familia a Roma para vivir con su tío Séneca, que en el año 41 tuvo que exiliarse a la isla de Córcega por orden del emperador Claudio. Lucano fue con él. Y volvería posteriormente con su tío a Roma en el año 49. Séneca se ocupó personalmente de su educación y quizás por ello Lucano dio muestras de una precocidad intelectual inusitada.

Muy joven empezó a ser un poeta laureado, siendo además muy prolijo en su producción. Esta se vio violentamente interrumpida por su muerte a los veintiseis años. En conjunto su obra se compone de títulos como Ilíaca, Saturnalia, Catachthonion, Silva; una tragedia, Medea, y catorce libretos de pantomimas concebidas para el baile; y un escrito dedicado a su joven esposa Argentaria Pola. Hasta nosotros ha llegado solamente su epopeya sobre la guerra civil entre Julio César y Pompeyo, Farsalia.

A los dieciséis años era autor de tres composiciones y podía declamar en latín y griego. Se fue a Atenas en un viaje cultural, pero pronto tuvo que regresar por orden de Nerón, que se convirtió en su amigo. Con veintiún años era denominado poeta laureado y el emperador le nombró Cuestor Honorífico, pues todavía no tenía la edad reglamentaria para serlo efectivo.

Pronto esa amistad se rompió por la psicopática conducta de Nerón, que prohibió las lecturas públicas de los poemas de Lucano. Entre el 62 y el 65 Lucano combinó sus escritos con composiciones satíricas y acusadoras contra el emperador y llegó a participar en una conjura contra él. Conspiración que fue descubierta. Lucano fue torturado y se retractó de lo escrito. Tras ser condenado a muerte, se suicidó cortándose las venas y murió recitando unos versos en los que hablaba del fin de un soldado que se quitaba la vida. Estos versos no se conservan.

Sobre su vida sabemos a través de autores como Suetorio. Su esposa Pola Argentaria guardó luto fielmente y celebraba todos los años su fiesta natalicia, a la que invitaba a los poetas Marcial y Estacio.

Su nacimiento en Córdoba está confirmado por numerosas fuentes. El poeta Marcial le dedicó sus Epigramas para conservar sus memorias. Existen tres biografías de Lucano, una escrita por Suetorio, otra por el gramático Bacca y la última anónima.

El recuerdo de tan laureado poeta acudió a mi esa tarde otoñal cordobesa contemplando su busto. Y rememoré sus célebres máximas:

"Aléjese de los palacios el que quiera ser justo.
La virtud y el poder no se hermanan bien."

"Los hombres temen a los mismos dioses que han inventado."


Cordobés tenía que ser!!

viernes, 4 de abril de 2025

PUENTE ROMANO: UN PRODIGIO CORDOBÉS

 

Puente Romano de Córdoba y Torre de la Calahorra.

Se trata de una edificación cordobesa por naturaleza, uno de los emblemas de la ciudad. Es el puente romano de Córdoba sobre el Guadalquivir. Cruza la ciudad y une el barrio del Campo de la Verdad con el barrio de la Catedral.

Los cordobeses lo conocen como el Puente Viejo, ya que dicen que tiene 20 siglos. Desde su construcción y hasta mediados del siglo XX fue el único puente de la ciudad hasta que se construyó el de San Rafael. En enero de 2008 se inauguró la mayor modificación del puente en su historia. Desde 2004 es peatonal, cerrado al tráfico por razones evidentes de conservación.

Se trata de un puente en arco, hecho de piedra maciza. Tiene 16 vanos y mide 331 metros de largo y 9 de ancho. Se construyó presuntamente entre el siglo I a.C. y el I d.C. Aulo Hircio, historiador de Julio César, atribuye a este la orden de su construcción. En uno de sus extremos se levanta la torre de la Calahorra y el otro termina cerca de la Mezquita-Catedral. 

Desde 1931, junto con la Puerta del Puente y la Torre de la Calahorra, está considerado Monumento Histórico artístico. Está clasificado como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento y fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Es una de las localizaciones más famosas del centro de Córdoba, también patrimonio de la humanidad.

Según Hircio, al llegar a la ciudad en el año 45 a.C. tras la batalla de Munda, César tuvo que atravesar el río, creando a su paso un puente temporal de piedra, origen del actual. Hoy los historiadores mantienen un debate sobre la cuestión pues la construcción del puente no implica que hubiera existido otro anteriormente. También podría ser que se hubiera construido en los tiempos del emperador Augusto (27a.C-14d.C.), época en la que Córdoba recibió el título de Colonia Patricia y se amplió hacia el río.

El puente fue uno de los principales pasos de entrada a la ciudad desde el sur porque fue la única vía para cruzar el río sin utilizar embarcaciones. Es casi seguro que la Vía Augusta, que iba de Roma a Cádiz, pasaba por él. Al principio de la conquista musulmana, 720d.C., encontramos la primera referencia al puente por el valí Al-Samh ibn Malik al-Khawlani.

Vista de la Puerta del Puente y la Mezquita desde el mismo.

En el sur vemos la torre defensiva, la Calahorra, y en el norte la puerta del Puente que fue realizada por el arquitecto Hernán Ruiz II en 1572, y que el pueblo cordobés conoce erróneamente como Arco del Triunfo. Nunca lo fue, sino que era una de las puertas de la antigua muralla. En el centro del puente se encuentra El triunfo de San Rafael que data de 1651, obra del escultor Bernabé Gómez del Río.

Más recientemente este puente se convirtió en acceso a la ciudad para los viajeros que llegaban del sur, por lo que allí se encontraba el Fielato Sur. Además fue integrante de la carretera nacional N-IV. 

Todos los cordobeses y muchos turistas lo conocen como Puente Romano, pero los estudiosos dicen que apenas hay vestigios que permitan catalogarlo como tal. Varios arcos son de tipología ojival, típicos de la arquitectura medieval. Lo que puede suceder es que en este lugar haya existido un puente romano que se perdió hace siglos, quedando el nombre. En la ubicación del puente romano existió otro de la época andalusí. Un texto de esta época hablaba de un puente destruido o al menos impracticable. Los estudiosos más reputados no lo incluyen en su catálogo de puentes romanos de España.

En la época califal fue su primera reforma. Otra después de la Reconquista y otra en 1927 para habilitarlo para el paso de vehículos, siendo esta muy criticada por los especialistas. En 2006 se realizaron obras de conservación de la estructura y la remodelación tanto interna como externa por Juan Cuenca Montilla. La inauguración se produjo el 9 de enero de 2008.

En sus inmediaciones se encuentra una reserva natural llamada Los sotos de la Alborafia, pero eso será tema para otra entrada.

Para terminar recomendaré al lector que, si va a Córdoba, se acerque al puente y se quede un tiempo mirando cómo pasa el Guadalquivir bajo él. Es uno de los espectáculos que no debe perderse en esta ciudad. Hay muchos, pero este es uno de ellos.



miércoles, 2 de abril de 2025

HISTORIA DE LA PARROQUIA DE SAN MIGUEL (Córdoba)


 

Esta parroquia tiene una gran historia. Forma parte de las llamadas Iglesias Fernandinas, mandadas construir por el rey Fernando III al reconquistar Córdoba. El rey construyó estas iglesias para organizar la población de la ciudad en barrios, lo que antes habían hecho los musulmanes con las mezquitas. De esta política fernandina, la parroquia de San Miguel es buen ejemplo.

A pesar de ese y otros hechos, es famosa sobre todo por ser la parroquia en la que se bautizó en el verano de 1917 al Diestro Manolete.

Se construyó entre los siglos XIII y XIV sobre los restos de una antigua mezquita. Actualmente se considera Bien de Interés Cultural y fue declarada Monumento Histórico-artístico. Pasó a formar parte del Tesoro Artístico Nacional por decreto del 3 de junio 1931. Está dedicada al culto por la iglesia católica.

Su estilo es románico. En su arquitectura se ve la evolución del románico al gótico ojival. Su interior fue modificado en 1749. Es de planta casi cuadrada con columnas adosadas al muro, lo que la convierte en octogonal. Cuenta con tres naves con artesonado sin crucero y con cabecera de ábsides. 

Su retablo mayor es de mármol, construido en el siglo XVIII. La puerta lateral tiene arco de herradura de la época califal.

Espero que la descripción de este templo ayude al lector a apreciar su valor histórico, más allá de contener la pila bautismal del Maestro.

Lo lamentable es que inmediatamente en el exterior se han instalado varias terrazas para turistas que nada tienen que ver con el buen gusto de la iglesia. Me las vi y me las deseé para sacar la foto sin que saliera ningún guiri.