Era una tarde de otoño. Estaba yo tomando un café y disfrutando del jazz de un músico callejero en la plaza de Jerónimo Páez, en el centro de Córdoba, a la entrada del Museo Arqueológico. Cuando terminé mi café y cansado ya de escuchar al músico de jazz (cosa rara en mi), me dediqué a pasear entre los árboles de la plaza.
Y de repente lo vi. Me estaba mirando fijamente.
Me acerqué. Era el busto de Lucano, el magnífico poeta romano de origen cordobés. Había nacido en Corduba en el año 39 (por entonces, Córdoba era capital de la Hispania Baetica) y murió en Roma en el 65 por exanguinación. Fue el célebre autor del poema Farsalia.
Cuando nació le pusieron de nombre Marco Anneo Lucano. Cordobés de origen, era ciudadano romano. Hijo de Anneo Mela y Acilia, nieto de Séneca el Viejo y sobrino del filósofo Séneca. Su padre perteneció a la clase de los Equites, la aristocracia romana. Su madre era hija de un célebre orador.
A los ocho años Lucano se fue con toda la familia a Roma para vivir con su tío Séneca, que en el año 41 tuvo que exiliarse a la isla de Córcega por orden del emperador Claudio. Lucano fue con él. Y volvería posteriormente con su tío a Roma en el año 49. Séneca se ocupó personalmente de su educación y quizás por ello Lucano dio muestras de una precocidad intelectual inusitada.
Muy joven empezó a ser un poeta laureado, siendo además muy prolijo en su producción. Esta se vio violentamente interrumpida por su muerte a los veintiseis años. En conjunto su obra se compone de títulos como Ilíaca, Saturnalia, Catachthonion, Silva; una tragedia, Medea, y catorce libretos de pantomimas concebidas para el baile; y un escrito dedicado a su joven esposa Argentaria Pola. Hasta nosotros ha llegado solamente su epopeya sobre la guerra civil entre Julio César y Pompeyo, Farsalia.
A los dieciséis años era autor de tres composiciones y podía declamar en latín y griego. Se fue a Atenas en un viaje cultural, pero pronto tuvo que regresar por orden de Nerón, que se convirtió en su amigo. Con veintiún años era denominado poeta laureado y el emperador le nombró Cuestor Honorífico, pues todavía no tenía la edad reglamentaria para serlo efectivo.
Pronto esa amistad se rompió por la psicopática conducta de Nerón, que prohibió las lecturas públicas de los poemas de Lucano. Entre el 62 y el 65 Lucano combinó sus escritos con composiciones satíricas y acusadoras contra el emperador y llegó a participar en una conjura contra él. Conspiración que fue descubierta. Lucano fue torturado y se retractó de lo escrito. Tras ser condenado a muerte, se suicidó cortándose las venas y murió recitando unos versos en los que hablaba del fin de un soldado que se quitaba la vida. Estos versos no se conservan.
Sobre su vida sabemos a través de autores como Suetorio. Su esposa Pola Argentaria guardó luto fielmente y celebraba todos los años su fiesta natalicia, a la que invitaba a los poetas Marcial y Estacio.
Su nacimiento en Córdoba está confirmado por numerosas fuentes. El poeta Marcial le dedicó sus Epigramas para conservar sus memorias. Existen tres biografías de Lucano, una escrita por Suetorio, otra por el gramático Bacca y la última anónima.
El recuerdo de tan laureado poeta acudió a mi esa tarde otoñal cordobesa contemplando su busto. Y rememoré sus célebres máximas:
"Los hombres temen a los mismos dioses que han inventado."
Cordobés tenía que ser!!