En el siglo XII Córdoba era la capital califal de Al-Andalus. Era una ciudad de calles pavimentadas, de magníficos jardines y con una de las universidades más reputadas del mundo medieval. En ella coincidieron en ese tiempo tres culturas, la cristiana, la árabe y la judía. Moisés Maimónides, ya anciano, recuerda la ciudad de su niñez que tanto le influyó y desde donde empezó, tras la invasión almohade, un camino que lo lleva a recorrer toda la costa mediterránea. Maimónides era médico, filósofo, teólogo y, sobre todo, sabio. Una de las figuras claves en la historia del pensamiento y este libro nos habla de él.
Herbert Le Porrier mediante esta obra (de la Editorial Penguin libros, de 275 páginas, tamaño A5 y tapa blanda) nos introduce en el sentimiento nostálgico dela biografía del conocido como médico de Córdoba, Moshé ben Maimón, y que pasó a la historia como Maimónides.
Este escritor francés se mete en la piel de un viejo Maimónides que, con nostalgia, recuerda desde su exilio egipcio su niñez y sus años cordobeses. Nos habla no solo de sus maestros judíos, sino que también nos da a conocer a Averroes en una época en la que los judíos aprendían de los musulmanes cordobeses y viceversa. El autor describe perfectamente las costumbres y nos lleva al ambiente urbano de la Córdoba del siglo XII para, cogidos de la mano del niño Maimónides, recorrer la ciudad.
En un momento determinado la trama de la novela da un giro y hace viajar al protagonista hasta Toledo, capital de Sefarad, donde le aqueja el llamado mal de Córdoba (nostalgia por la ciudad califal). Los que hemos tenido la suerte de pasear por sus calles, aunque sea un milenio después, y durante tan solo tres meses, comprendemos ese mal y lo sufrimos como él, a la espera de volver.
Él, desgraciadamente, ya no pudo regresar. Desde Córdoba con trece años tuvo que huir al norte de África por la persecución a los judíos por parte de los almohades, que habían conquistado la ciudad. Y desde allí a Egipto, donde ya viejo nos cuenta esta historia.
Después de leer esta obra nuestro propio mal de Córdoba se agrava. Ahora al leer el libro puedo reconocer a veces los sitios de los que habla. Todavía puedo ver la estatua de Maimónides con su libro "Guía de perplejos" en la mano. Por momentos parece cobrar vida en mis recuerdos.
Al terminar la obra de Le Porrier, que recomiendo vivamente a los que quieran conocer la interesante historia de este filósofo y médico judío, no me gustaría que me pasara lo que le pasó a él, que murió triste lejos de Córdoba. Mientras no vuelva, me consolaré leyendo los libros que allí compré.
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