viernes, 28 de marzo de 2025

CÓRDOBA DE ENSUEÑO


Anoche soñé que volvía a Córdoba. Paseaba por sus calles en la oscuridad. La curiosidad guiaba mis pasos. 

Caminé por la Mezquita, por la Judería, vi al pequeño Maimónides hablar con el joven Averroes. Como en una ensoñación seguí. Me encontré con la Chiquita Piconera saliendo de un cuadro de Romero de Torres. Me crucé con la India Martínez, me fijé en sus vaqueros ajustados que le quedaban como un guante. Me sonrió. 

Aún con su sonrisa en el alma salí de la Plaza del Potro. Recorrí los talleres de la artesanía califal. Fui a ver la casa de Manolete. Cené en la taberna El pisto. Después me acerqué al Museo Taurino. Tomé café en la Plaza Judá Levi. Y terminé el día en la iglesia de Santa Marina, habiendo pasado frente al monumento a Manolete.

Era noche cerrada cuando me dirigí hacia la sierra de Córdoba. Al llegar a esta, me di la vuelta y...

Córdoba de noche vista desde la sierra.

Allá abajo veía las luces de la Ciudad Califal. Presentí el amanecer. Cuando me desperté, la magia había desaparecido. No estaba en Córdoba. Mis ojos se humedecieron de nostalgia. Me prometí a mi mismo que iba a volver, pronto.

miércoles, 26 de marzo de 2025

LIBRO: GEOHISPANIDAD, de Pedro Baños

 

Acabo de terminar de leer este libro. Es un libro de historia que acaba con unas conclusiones muy claras. Es apasionante.

Trata de un tiempo en el que España fue la principal potencia mundial y de cómo dejó de serlo. Reivindica, a mi parecer, un pasado desconocido y que fue víctima de la leyenda negra que llegó hasta nosotros. Esa leyenda negra que dice que los españoles fuimos a América a exterminar a los indios. Este libro puede servir para deshacer el mito. Es una defensa sin precedentes del mundo hispano que se basa no en la raza ni en la geografía sino en una comunidad humana: la comunidad hispanohablante, que además comparte costumbres. 

Esta comunidad no es herencia, según Pedro Baños, de un imperialismo excluyente, en contra de los que nos han hecho creer. Es el producto de la mezcla de dos mundos, el mundo hispano y el americano. Un mundo cuya historia es reivindicada por el autor y que nos ha llegado bajo el único punto de vista, el anglosajón.

Es un estudio histórico que Baños desarrolla a través de 600 páginas divididas en tres grandes capítulos. No sólo él demuestra un prolijo conocimiento histórico, sino que también tiene un acierto en la elección de sus colaboradores, que van desde una profesora universitaria de historia a un politólogo. Todos ellos provienen de campos ideológicos distintos, pero van dirigidos a un mismo fin: reivindicar la hispanidad.

Y es aquí donde tengo que mostrar mi discrepancia, no con el libro, que me parece magnífico, sino con las conclusiones que Baños saca y que el lector podrá observar también en su podcast: El canal del Coronel. Puesto que Pedro Baños Bajo es Coronel de Infantería, diplomado en Estado Mayor, en situación de reserva y especialista en Geoestratégica, terrorismo yihadista e Inteligencia Militar. Tiene un máster por la Universidad Complutense de Madrid en Geo estrategia. Vio interrumpida su meteórica carrera cuando la OTAN, y sobre todo EEUU, frustró su ascenso a General y su destino en la Inteligencia española.

Por otra parte, tengo que decir que Pedro Baños es el típico ejemplo de militar español, que todavía no ha superado el complejo que arrastra nuestro ejército por haber perdido la Guerra de Cuba frente a EEUU. Complejo que fue amplificado por el régimen franquista, del que sus profesores formaron parte, y que llega hasta hoy con los oficiales de su generación. Además se vio contaminado por un antisemitismo marcado a fuego en la sociedad española por la lejana Inquisición. No solo critica a Estados Unidos sino también a Israel. Es, además, furibundo admirador de Putin, lo cual no se corta en expresar en su podcast.

Lo que no sabe este culto coronel es que, a veces, para encarar el presente hay que olvidar el pasado, como demostraron los americanos después de la Segunda Guerra Mundial preparándose para combatir a los soviéticos en la Guerra Fría, después de haber sido aliados en aquella contienda. El coronel debía saber que las relaciones internacionales no se basan en vínculos históricos sino en conveniencias políticas.

Como señaló el también Coronel, pero israelí, Netanel Lorch en su libro Las guerras de Israel, en política internacional no hay amigos ni enemigos, hay aliados y conveniencias. Y hoy a España le conviene, por razones evidentes, estar del lado de Estados Unidos. Como demuestra el hecho de que estando enfrente de Israel y EEUU lo que consigue es que armen a Marruecos, nuestro eterno enemigo.

Lo que no dice es que, antes de reivindicar la Hispanidad, teníamos que ponernos de acuerdo los españoles en reivindicar la cuna de la Hispanidad, España.

De todas formas y volviendo al libro, se trata de un magnífico estudio sobre la historia de Hispanoamérica, un libro que cualquier seguidor de este blog no se debería perder.

viernes, 21 de marzo de 2025

PALACIO DE CONGRESOS DE CÓRDOBA (HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN)


 

El llamado Hospital de San Sebastián, conocido así por todos los cordobeses, es un edificio del siglo XVI situado en la calle Torrijos de Córdoba, justo enfrente de la fachada occidental de la Mezquita. Por eso me llamó la atención. Mi guía me dijo que es la actual sede del Palacio de Congresos y Exposiciones y de una oficina de información turística.

Fue hospital entre 1516 y 1816. Después casa de maternidad y expósitos hasta 1961, cuando se convirtió en palacio de congresos.

Es un edificio de estilo renacentista español y está considerado Bien de Interés Cultural desde 2007 y patrimonio de la Humanidad. Se encuentra en el centro histórico de Córdoba, también declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994.

Fue construido entre 1512 y 1516 por el arquitecto Hernán Ruíz el viejo por encargo de la Cofradía de San Sebastián para dedicarlo a hospital. Está en el solar ocupado por la antigua sala de abluciones de la mezquita. Este espacio era conocido en aquella época como Corral de Cárdenas. 

Fue un centro sanitario durante tres siglos hasta la construcción del hospital del Cardenal Salazar a principios del XVIII. En 1816 se trasladó a este lugar la Casa de Expósitos de San Jacinto, para evitar el abandono de niños y niñas en las calles de Córdoba. Antes de la fundación de esta Casa se había habilitado el Patio de los Naranjos de la mezquita, que tenía un acceso conocido como Postigo de la Leche. En1850 el inmueble fue adquirido por la Diputación de Córdoba pero su actividad como casa de expósitos y maternidad continuó hasta 1961. A partir de 1980 fue aprovechado como Palacio de Congresos y Exposiciones, a lo que se dedica actualmente.

En 2013 se inició la restauración para dotar al palacio de salas accesibles y aumentar la capacidad de las mismas. Esas obras concluyeron en septiembre de 2018 con un coste de 5,8 millones de euros. Fue nominado en el 2020 para ser Edificio del Año en la categoría Arquitectura cultural.

Está puerta con puerta con la Mezquita. Es espectacular y mantiene la estructura, el estilo y la esencia del antiguo hospital. A finales del siglo XIX y principios del XX el pintor Gustavo Doré hizo una parada en Córdoba, quedando maravillado por la Mezquita y por lo que había al otro lado de la calle, el hospital de San Sebastián. 


Este y otros artistas nos dejaron dibujos que nos dan una idea de cómo tenía que ser ver estas maravillas: "Pisábamos una calle y un entorno privilegiados." Esto se configuró como el centro más monumental de Córdoba durante siglos, junto con el puente romano y el antiguo Alcázar.

Recuerdo preguntar de pasada al guía qué era aquel edificio y, dado que estaba frente a la Mezquita-Catedral, que me fijara en él puede dar idea de lo espectacular de su fachada. Me quedaron ganas de entrar. Algún día lo haré.

miércoles, 19 de marzo de 2025

LA ROMÁNTICA HISTORIA DE LA CASA DEL JUDÍO EN CÓRDOBA

 


Esta vivienda la vi dando un paseo por el casco histórico de Córdoba. Está en la plaza de Jerónimo Páez, la misma plaza donde se encuentra el Museo Arqueológico (antiguo palacio de los Páez de Castillejo) y la estatua de Lucano, el famoso dramaturgo cordobés.

El palacio ha pertenecido a familias cordobesas muy importantes, entre ellas los duques de Medina Sidonia. Su origen es probablemente anterior, del siglo X y sefardí según inscripciones halladas en los muros originales que aún se conservan, que reproducían versos sagrados. En 1968 fue adquirida por un judío sefardí que había visitado fortuitamente Córdoba y quedó fascinado con la ciudad.

Destaca el impresionante portón, cerrado a cal y canto, que invita a imaginar las majestuosas dependencias del palacio. Dos cipreses se pueden ver desde fuera decorando el patio interior. Todo esto contribuye a considerarla una de las más bellas casas señoriales de la ciudad.

Ha estado vinculada a linajes como los Sousa, los Haro, los Armenta y los Cárdenas. Sin embargo, sus lazos se remontan a la medieval familia real castellana. Los documentos más antiguos sobre su origen datan del siglo XIII, en una casa de donación del 24 de julio de 1237, donde Fernando III, por medio de una Carta de Repartimiento, otorgó esta vivienda a Domingo Muñoz. 

La vivienda fue reformada múltiples veces a lo largo de los siglos. De la época musulmana de Córdoba se conserva un adarve coronado de arquillos, restaurado bajo la dirección artística de González del Campo, el cual deslindó estas casas de los edificios adyacentes.

Durante la baja Edad Media, el maestro cantero Maesse Mohamed (que había construido los baños del Alcázar de los Reyes Cristianos) transformó en 1348 las dependencias convirtiéndolas en un palacio mudéjar y pasaron a conocerse como las casas del rey Enrique II porque en ellas nació el Infante Don Enrique, hijo bastardo del rey y de Juana de Sousa. Este infante fue el primer duque de Medina Sidonia y conde de Cabra, que murió en 1404 sin descendencia, pasando el palacio a poder de los Sousa, sus familiares maternos.

Después la vivienda fue vendida a los Haro y después a los Armenta, que volvieron a reformar el edificio. Sus últimos propietarios cordobeses fueron Enrique Merino y su esposa Josefina López, que abrieron la vivienda a la revista Remanso. También hay imágenes de 1962. 

Actualmente pertenece a la familia Nahamias, hecho por el que se la conoce como la casa del judío en referencia a Elie J. Nahamias, empresario de éxito, judío y francés. A este, tras una corta visita, se le averió el coche a su paso por Córdoba. Un caballero se ofreció a servirles de guía a él y a su esposa por la ciudad. Encantados con ella, adquirieron varios inmuebles, entre ellos esta casa que usaron como segunda residencia vacacional. Elie Nahamias utilizó su tiempo libre (y su dinero) en estudiar la historia de los judíos sefardíes en España. Parece que recopiló mucha información y que pensaba darla a conocer, pero tras su muerte todo quedó olvidado.

La casa contiene varios patios, siendo el de entrada de 1627. En cuanto a la fachada principal, es de dos plantas con portada de 1636 con dos cuerpos. El escudo de armas que preside el balcón es el de los Armenta. En otra puerta que tiene la vivienda a otra calle se puede ver el escudo de la casa Medina Sidonia.

El edificio estuvo a punto de pasar a manos de Córdoba por voluntad de los Nahamias, pero todo quedó en una declaración de intenciones frustrada por los hijos de la pareja.

La primera vez que estuve en las cercanías de este edificio no me di ni cuenta porque está en una plaza preciosa en la que había un guitarrista tocando piezas de jazz. En frente está el Museo Arqueológico al que fui después. Tuvo que ser en la segunda ocasión y acompañado de un guía cuando me fijé en esta casa y conocí su historia.

Comprendo perfectamente que el judío se enamorara de Córdoba. A mi también me pasó. Porque Córdoba es así, a cada paso encuentras una maravilla con historia.

viernes, 14 de marzo de 2025

EL EJEMPLO DE UNA LUCHADORA

Os recomiendo el visionado de esta entrevista a una chica, Carla Maronda, que es un ejemplo de superación y de entereza ante el sufrimiento. Comparado con lo que le pasó, casi cualquier cosa es una insignificancia. Me llamó la atención su valor, que me emocionó. Tiene autoridad moral para darnos consejos a los que nos quejamos por cosas más leves.




Lo que me decidió a publicarlo es lo que cuenta. Yo en su día, 12 de abril del 2012, sufrí un ictus que, combinado con las secuelas de una espina bífida congénita, me sentó en una silla de ruedas para siempre. Estuve un mes en coma. Al despertar, sin poder moverme, miré al techo y pensé: o tiras para adelante y haces lo que puedes por llevar una vida normal o te quedas aquí mendigando compasión. Esta chica también lo tuvo muy claro. 

Esto no significa que todo sea maravilloso, no, en absoluto. Hay días malos y días peores. Pero hay que seguir y no limitarse a sobrevivir. Ella nunca luchó en la batalla de las Termópilas, pero es una espartana. Puede que jamás blandiera una espada, pero nunca se rendirá. 

Por eso considero que debo reconocer su valor publicando este vídeo. Casos como este son los que deben publicitarse y no los lamentables que llenan nuestras páginas de política o sucesos. 

miércoles, 12 de marzo de 2025

RECUERDOS EN POZOBLANCO


Fue recién llegado a Pozoblanco (Córdoba). El ayuntamiento, como parte de los festejos de la feria, organizó una visita guiada a la plaza de toros. Una plaza de la que yo no había oído hablar (vivía a más de mil kilómetros) desde la muerte de Francisco Rivera "Paquirri"  en septiembre de 1984, pocos días antes de que yo entrara en la Universidad.

Paquirri recibiendo al toro a porta gayola en Pozoblanco.

Esa noticia abrió todos los telediarios. Paquirri había sido cogido mortalmente por el toro Avispado. Todos esos recuerdos acudieron a mi cuando pisé la tierra que se había empapado con su sangre, cuarenta años después del luctuoso acontecimiento. Volví a ver a través de mis recuerdos a un torero valiente cuya faz iba siendo invadida por la muerte. A pesar de verse amenazado por la parka, tuvo el valor suficiente (que me impresionó) para calmar al médico que intentaba atenderlo en la enfermería de la plaza. Enfermería con escasísimos medios, lo que, a la postre, causaría la muerte del diestro. 


Era la primera vez que oía hablar de Pozoblanco, pero no pensé sentirme tan ensimismado con la magia del lugar y la explicación del experto guía. Aunque parecía mayor que yo, me di cuenta de que él y yo éramos aproximadamente de la misma edad porque durante la visita había hecho mención a las letras taurinas de Gabinete Caligari y su canción La culpa fue del Cha cha chá.


Al terminar la visita le pregunté por el grupo y si era verdad que el padre de Jaime Urrutia, solista de la banda, había sido un crítico taurino muy famoso. Sonrió y me dijo que sí, que él conocía al padre de Urrutia y que lo había puesto en un brete al hacerle una pregunta que el guía no había sabido responder. También me dijo que le gustaba mucho Gabinete Caligari, que era de su época y que se notaba que el solista era aficionado a los toros como su padre, como se podía ver en algunas de las letras de sus canciones.

Nunca había ido, pero, después de la visita, me convencí de que tenía que ir a las corridas de la feria. Fueron tres y en ellas me di cuenta de que me encantaban los toros. Sé que no es políticamente correcto decirlo, pero Pozoblanco me reafirmó en mi afición. Entiendo, aunque no comparto, que critiquen la fiesta por maltrato animal. Lo que no entiendo es por qué algunos la critican solo por el hecho de que se la conozca como la fiesta nacional.

Como dijo el filósofo una vez, la tauromaquia es escuela de multitudes. Pues yo había entrado en el aula por primera vez y, seguramente, para siempre. Ahora para mi, la plaza de toros de Pozoblanco no es solo el lugar donde Avispado mató a Paquirri. Ahora es el lugar donde yo descubrí este Arte.



viernes, 7 de marzo de 2025

PASEANDO POR MEDINA AZAHARA


Ahí está. Puedo verlos llegar, pasear. Ellos están tan absortos que no perciben mi presencia. Vienen de todas partes de España. De todas partes del mundo. La fama de Medina Azahara no conoce límites. Aún en ruinas conserva su belleza original. Para eso fue construida, para impresionar a sus visitantes y mostrar el poder del califa.

La gente pasea por ella hablando en voz baja, abrumados por lo que ven. No pueden concebir tanta belleza. Se preguntan quién la habrá construido. Muchos de ellos -americanos sobre todo- no entienden que hubiera una sociedad que fuera capaz de crear tales prodigios. Los que quieren prolongar tan mágica experiencia van al museo, del que salen más maravillados si cabe. En él se encuentran infinidad de objetos cotidianos de la gente que habitó la ciudad, ahora convertidos en joyas arqueológicas.

Desde esta atalaya puedo ver los alojamientos de la Guardia califal y sus caballerizas. La casa de Ya´far ahí al frente, más abajo. A la izquierda, el gran pórtico por el que entraban los dignatarios extranjeros que llegaban atraídos por la fama y el poder que emanaba de esta ciudad. Junto a él, el edificio basilical, la casa del ejército.

Ahora tengo que irme. No puedo dejar de llorar al contemplarla así... es mi paraíso perdido...

Hasta ahora ninguno me ha visto ni creo que me vean. Solo ven esta obra, que tiene más de mil años. Yo sí la conozco porque, cuando se construyó, estaba allí. Me llamo Abderramán III y mi espíritu se solaza cada vez que puede pasear por Medina Azahara, mi gran obra.


miércoles, 5 de marzo de 2025

CERÁMICA. EN EL MUSEO DE MEDINA AZAHARA (V)

 


Con la vida privada del califa y el príncipe heredero se relacionan las piezas de vajilla de mayor calidad halladas en Madinat al-Zahra. 

Los ataifores y cuencos de cerámica dorada utilizados para la presentación de alimentos no llegaron a fabricarse en Al-Andalus, son importaciones de los centros productores del Mediterráneo Oriental, en especial del Egipto fatimí. El vidrio en forma de vasos y pequeñas botellas se elaboraba en los talleres califales, aunque las piezas de decoración talladas son también importaciones orientales, de Persia y Egipto.

Los ataifores son platos hondos propios de la región andalusí, con su precedente geográfico inmediato en la pátera tardorromana de la vajilla aúrica cordobesa y esta, a su vez, en el fiale griego. Una descripción más completa define el ataifor como recipiente de base convexa, paredes curvas y borde recto con el labio redondeado para la presentación de alimentos en la mesa. Las piezas grandes servirían de fuentes y las más pequeñas de platos.

El nombre procede del árabe tayfur, utilizado originalmente para designar unas bandejas de latón y que, después, se usó para nombrar cualquier tipo de plato. En arqueología el ataifor es habitual de las vajillas hispano-musulmanas.



Como muestra esta serie de ataifores (platos) y jarras de cerámica esmaltadas en blanco con el famoso "verde y manganeso", las élites del Estado (visir, primer ministro y alta sociedad califal) usan una vajilla vidriada polícroma cargada de simbología, pues los colores dominantes son el blanco, color de la dinastía Omeya desde el califato de Damasco, y el verde, el color del Profeta.

Estas cerámicas, producidas en los talleres oficiales, presentan una rica decoración con gran variedad de motivos vegetales, geométricos y figurativos. También es habitual la decoración epigráfica, con términos como Baraka (bendición) y, mucho más reproducido, Al-Mulk (el poder), símbolo de la magnificencia califal.



Las que tienen el típico color rojizo del barro cocido son piezas de labra más tosca y con menos elementos decorativos porque fueron utilizadas por el pueblo llano que residía en la medina, la ciudad en sí, y por la gente que trabajaba en el servicio del palacio, el Alcázar.

Todas las fotos realizadas por el autor del blog en el Museo de Medina Azahara.