viernes, 16 de febrero de 2024

ESTAMOS EN CARNAVAL (POR DESGRACIA)

Estamos en Carnaval. Estamos sufriendo el Carnaval.

Es la época en la que los señores serios y circunspectos, de cierta edad y físico poco agraciado, nos dan la lata con sus disfraces. ¿O los disfraces son lo que llevan habitualmente y lo de ahora es su verdadera personalidad? 

Son los típicos jefes muy exigentes y muy masculinos. Habitualmente muy serios. Pero llega el Carnaval y dejan salir su verdadero ser. Se disfrazan de mujer (todo ello con la disculpa del carnaval...). El jefe antipático y ligón se convierte en una loca de tetas grandes y feminización exagerada, bañada en alcohol -la disculpa: "es que ha bebido mucho"-. Los empleados le aplauden al tiempo que, por dentro, se ríen de él. Son los subordinados que quieren aprovechar la circunstancia y caer bien para ganarse algún día libre extra o acercarse a un ascenso. No se dan cuenta de que el jefe, cuando termine el carnaval, hará que olvidó todo lo sucedido a su alrededor por vergüenza y volverá a ser el cabrón de siempre.

Todo ello me hace pensar que el Carnaval es la fiesta de la hipocresía por excelencia, el disfraz. Por eso no me gustan los Carnavales. Estoy harto de ver gente que el resto del año no se soporta y en esta época todo es buen rollo y amor universal. Cuando a mí no me gusta que alguien haga el ridículo (a mi modo de ver, claro), sea carnaval o no.

Y si alguien me cae mal, me cae mal en carnavales o en cualquier época del año. Los que me conocen saben que se me nota en la cara enseguida. Lo único que salvaría del Carnaval es el cocido, las filloas y las orejas. Por Dios, que no me lo estropeen exhibiendo unas tetas exageradas de goma.



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