viernes, 1 de diciembre de 2023

ANÉCDOTAS DE LA BATALLA DE CAGAYÁN

Fue tras los combates de Cagayán (una serie de enfrentamientos en 1582 entre la Armada española y piratas chinos, coreanos, filipinos y japoneses) en Filipinas. Las fuerzas españolas bajo el mando de Juan Pablo de Carrión y los piratas liderados por Tay Fusa. Las batallas tuvieron lugar cerca del río Cagayán en las costas de Luzón. 

El encuentro terminó con victoria de las armas españolas. El desencadenante fueron los actos de piratería en territorio del imperio español. Las fuerzas enfrentadas fueron una galera, un navío ligero, cinco embarcaciones pequeñas de apoyo tripuladas por cuarenta soldados y veinte marineros por parte española. Los asiáticos, por su lado, pusieron en marcha un barco, un junco, dieciocho champanes tripulados por mil piratas.


De esta batalla seguían hablando el japonés Takashi Kaori y el español D. Guillermo de Tor, el primero prisionero del segundo, ya de regreso a su hogar en España. El señor de Tor le enseñó a Takashi el despliegue de las fuerzas españolas, sobre el que discutieron. A cambio don Guillermo recibió del japonés clases de Kendo, arte marcial que desconocía el español. Los dos habían sido feroces enemigos en el campo de batalla pero habían luchado con nobleza, llegando a enfrentarse personalmente. Tanto es así que Takashi fue hecho prisionero por el propio señor de Tor. 

Los dos, como hombres de honor que eran, se sintieron hermanados y pronto se hicieron amigos. Amistad que se reforzó durante las clases de kendo. Y viendo la actitud de su señor hacia el japonés, los criados de Tor trataban al nipón como a su señor, no haciendo falta que don Guillermo diera la orden, ya salía de ellos naturalmente. El japonés, con la caballerosidad propia de un samurái, se había ganado el respeto y el cariño de toda la servidumbre.

La propia hermana de don Guillermo estableció con el nipón una relación de amistad muy especial que fue creciendo a lo largo de los meses. Relación que hacía murmurar a la servidumbre, pues ninguno de los dos se recataba a la hora de manifestar muestras de cariño mutuo.

Por eso, todos se vieron sorprendidos y dolidos cuando, después de la aparición en el horizonte de un emisario a caballo del emperador, el samurái partió inmediatamente y volvió a su isla. ¿Por qué? Solo les dijo que tenía que cumplir una nueva misión del emperador...

Esto demuestra que las batallas entre caballeros pueden ser el principio de una buena relación de amistad. Por eso dedico este relato a todos aquellos que, sin importar la nacionalidad, respetan al enemigo.

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