A finales de Agosto, un día seco, gracias a la furgoneta del CAMF donde vivo. Estuve hablando con el guía y se me hizo rápida la visita. Había demasiados turistas molestando. El trayecto fue muy grato. Es la primera vez que lo visito, pero no será la última. Caaveiro es una visita que te atrapa, una visita más que satisfactoria. Está restaurado y aunque no pude subir porque tiene escaleras, lo que vi me encantó.
Me imaginé las vistas de los monjes del siglo IX y tenían que ser mágicas. Era un santuario para relajarse. Era un lugar de paz y para estar tranquilo.
Con el guía y con la conversación me empapé del siglo IX y hablé del románico. Tuvo que interrumpir esa conversación la animadora sociocultural que nos acompañaba y que nos dijo que teníamos que irnos ya. En el viaje de vuelta me dijo, medio en broma y medio enserio "que me encantaría vivir allí, sin televisión, ordenador, ni móvil". Total que fue una tarde inolvidable.
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